¿Quién no se ha hecho esta pregunta antes?
Todos hemos luchado muchas veces con diferentes cosas en
nuestra vida que nos hacen pensar en qué no podemos más. Que es demasiada cuesta
arriba lo que vivimos, que pareciera más fácil abandonar todo que seguir.
Nos ponemos en el plano de lo imposible, del lado donde la
luz llega poco y las sombras son más constantes en nuestra vida, donde es fácil
perderse, perderse en la mediocridad o en el desánimo.
¿Por qué cuesta tanto?...
vivir, salir a delante, dejar ese pecado, leer la Biblia, orar, ofrendar, ir a
la iglesia… ¿Por qué cuesta tanto? Hablar con mis padres, mirar a los ojos a un
hermano, perdonar… y la lista podría ser interminable.
En lo personal, creo que gran parte del problema nace en uno
mismo. No tengo una mentalidad derrotista, ni masoquista, ni mucho menos soy de
aquellos que se hacen los humildes y quieren llevarse toda la culpa y las
cargas como mártires. Pero sí, creo que muchas veces el problema surge en la
forma en que yo enfrento la vida, la manera en que miro los problemas y
respondo a ellos. Gran parte del problema soy yo. Porque no quito la mirada de
mí mismo. Una y otra vez me observo, me contemplo, veo mis problemas y
dificultades, mis pecados, mis enfrentamientos con otros y los acaricio, los
acomodo junto a mi cabeza en la almohada, les doy un poco de calor y les canto
alguna canción de cuna, porque me gusta sentirme así; lastimado por otros,
ofendido, víctima de las injusticia, escoria de mi iglesia y menospreciado por
Dios por mi pecado.
Piensa un poco en tu reacción ante las diferentes cosas que
te afectan y dime si no hay algo de esto en tu forma de vivir. Te voy a dar un
versículo bíblico para que lo entiendas mejor:
Filipenses 2:21 Porque
todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús.
El apóstol Pablo dice esto en el contexto de que nadie tenía el
mismo interés que él, por las demás personas, que Timoteo. Pablo dice: “todos
están tan ocupados en sus propios asuntos que no buscan hacer lo que Cristo
Jesús quiere que hagamos”.
Desde este punto de vista, una persona que se mira constantemente
así mismo se encuentra con la realidad de que no puede nunca ser feliz, siempre
le falta algo y todos están en su contra. Hasta Dios, cuando pasa por una
prueba siente que Dios le está golpeando. Cuando no tiene fuerzas para dejar un
pecado piensa que es tan mal hijo que Dios no lo perdona y que el Espíritu
Santo no lo asiste. En fin, cuando una persona se mira así mismo es infeliz y
la realidad es que sí lo es.
Un hijo de Dios que pierde el objetivo en su vida, deja de buscar
las cosas de arriba, deja de añorar su patria celestial, pronto se ve en las
tenues veredas del desconsuelo y la tristeza, porque dejó de mirar a Cristo, La
Luz del mundo y se miró así mismo.
¿Por qué cuesta tanto? Porque me preocupo más y más en mí que en
Cristo Jesús. Si viera cada día los intereses de Cristo, si estuviera más
involucrados en “los negocios de mi Padre” todo lo demás se esfumaría como la
niebla, simplemente pasaría a otro plano de mi vida, porque Cristo gobernaría
mi día a día. Si hiciera lo que Cristo me mandó: "amar a los demás" estaría más ocupado en los demás en sus necesidades y en cómo podría ser yo un instrumento de Dios para su vida, que en mis propios problemas.
Filipenses 2:3 Nada hagáis por contienda o por vanagloria;
antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él
mismo;
4 no
mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los
otros.
No te mires a ti mismo cuando tienes a un Dios esplendido a quien
contemplar, a Cristo salvando vidas a quien honrar, a su Espíritu Santo
produciendo frutos a quien sujetarte. ¿No te parece perder el tiempo mirar los
pequeños puntos negros en un tapiz hermoso que Dios ha hecho de tu vida? Por eso
cuesta tanto, porque en nuestras débiles fuerzas jamás podremos alcanzar la
victoria, pero en Cristo Jesús somos más que vencedores.
True ;)
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