jueves, 6 de septiembre de 2012

Consecuencias del pecado

Muchas veces pensamos que las consecuencias del pecado son visibles, el resultado de una mala decisión, como un embarazo no deseado, una enfermedad, traumatismos por un accidente por conducir borracho, etc. 

Es más, a veces pensamos que hasta que no aparezcan estas consecuencias, realmente no hemos pecado. Creemos que hay una línea de tolerancia, donde Dios soporta y soporta y soporta nuestra desobediencia, hasta que cansado se levanta y nos da un castigo. Pero esto está muy lejos de la verdad.

Las consecuencias del pecado son propias del pecado, es parte de él. Independientemente de la disciplina que Dios nos pueda dar. El pecado lleva consigo las consecuencias; si tengo relaciones sexuales fuera del matrimonio, lo natural es que pueda haber un embarazo o me contagie de alguna enfermedad. Si consumo alcohol puedo sufrir enfermedades por ello. Si apuesto voy a perder mi dinero, si como en exceso voy a engordar, no es un castigo de Dios, es el resultado de mis acciones.

Dios no te dio un hijo a los 17 años porque quiere castigarte. Un hijo es una bendición de Dios, la forma en que lo tienes puede ser la desagradable. Dios no te da SIDA porque andas de prostíbulo en prostíbulo, esa es una enfermedad que puedes tenerla hasta en un centro de salud, por no usar una aguja esterilizada. Las consecuencias son casi como la física y las matemáticas, son calculables, son parte de las estadísticas, puedes saber que dos más dos son cuatro y siempre serán así, si metes los dedos en los enchufes te va a dar corriente; no hay ningún misterio en eso.

Las consecuencias invisibles del pecado son: la pérdida de comunión, la pérdida de gozo, el estancamiento en la vida espiritual. La confusión en la vida, no saber qué hacer ni para dónde ir porque no tenemos la dirección de Dios, estamos solos y sin rumbo.

Lamentaciones 5:15  Cesó el gozo de nuestro corazón;
 Nuestra danza se cambió en luto.
5:16  Cayó la corona de nuestra cabeza;
 ¡Ay ahora de nosotros! porque pecamos.

El pueblo de Israel aprendió esto de la manera más dura, sus vidas llegaron a ser menos que pobres, su esperanza estaba agotada, su gozo había terminado y sus favores acabados. ¿por qué? Por el pecado.

Dios rechaza el pecado, cualquiera sea. Lo condena, hace arder su ira y su juicio viene sobre el pecador irremediablemente. Pero Cristo llevó nuestros pecados sobre sí y sufrió el castigo por nuestros pecados, para que nosotros seamos perdonados. Por eso Dios no nos castiga, sino que disciplina a aquellos hijos que han pecado nuevamente. El castigo cayó sobre Jesús y yo soy justificado.

Pero el pecado se manifiesta en la vida de todo aquel que lo comete. Examina tu vida, tu andar. ¿Tu vida no muestra gozo?, puede ser que estás cansado por todo y es porque no estás caminando con Dios, puede ser que no encuentras paz y no hay satisfacción en ti porque no dejas de amar al mundo. Si es así, confiesa tu pecado y camina a Cristo. Él te dará un nuevo caminar, una nueva dirección y traerá gozo a tu alma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario