Al mirar el hermoso anillo en la vitrina quedé
impactado por su brillo y esplendor. Las luces de dicroica reflejaban y
proyectaban colores hacia todo lo que le rodeaba. Consideré el precio y me parecía
aceptable, era el anillo perfecto para pedir la mano a mi amada. Ya podía
imaginar el rostro de asombro y emoción al momento de la pregunta más decisiva
de nuestras vidas.
Pero de repente todo se tornó en un tono gris al saber
que no era un diamante y muchos menos una piedra preciosa, solamente era un
circón lo que adornaba el fino anillo bañado en oro. Qué desilusión, no era lo
que esperaba, no era lo que aparentaba ni tenía el valor que pedían. Al saber
su material real parecía muy caro y sin esplendor. Tristemente tuve que
reconocer que mis expectativas habían sido muy altas, por lo que estaba viendo
bajo esas luces.
Pero esto también ocurre en la vida real; hombres y
mujeres se hacen ideas y crean expectativas sumamente altas de los demás y se
desilusionan al caer en cuenta de la dura realidad. A veces esperamos demasiado
de los demás.
Todos tenemos expectativas, es imposible evitarla, es
parte de nuestro ser; el hecho de soñar y esperar algo de los demás, el hecho
de planificar y vislumbrar un futuro mejor nos hace suponer que la realidad
llegará en un momento a ser lo que soñamos por mucho tiempo.
Pero hay una diferencia entre las expectativas de los
hombres y de las mujeres. Por eso existen grandes problemas en las relaciones;
los noviazgos y matrimonios sufren por expectativas altas e irreales que al
momento de no ser satisfechas traen sentimientos de frustración y algunos se
sientes defraudados.
Debo confesar que no puedo saber qué quieren las
mujeres, pero por la experiencia y la convivencia he aprendido a identificar
ciertas tendencias y gustos, ciertas expectativas. Las expectativas de los
hombres pueden ser muy altas, aunque podamos ser muy básicos en algunos aspectos,
estas expectativas no satisfechas crean grandes problemas. En promedio general muchos hombres tienen
grandes expectativas en las mismas áreas, estás pueden ser:
-
Respeto: todos quieren ser respetados, pero a veces
esta sensación de respeto en realidad es querer tener la razón, desear que sus
ideas sean puestas por encima de los demás. Cuando estas ideas no son aceptadas
se las toman como falta de respeto.
-
Espacio: desean tener un momento para ellos, como
gatos que lamen su pelaje en una ventana, así también quieren no ser
molestados, aunque pare el resto no están haciendo nada, los hombres se sienten
cómodos en su espacio personal. Quieren tener sus cosas, sus amigos, sus días
de deportes y su música, a veces sin importar lo que quieran sus esposas o las
necesidades de familia.
-
Sexual: la sociedad nos ha moldeado a ver todo desde
un punto de vista machista, no sólo a los hombres sino también a las mujeres. Ambos
ven el aspecto sexual como algo machista, algo que el hombre aprovecha de la mujer.
En cambio los hombres piensan o esperan tener en casa a una mujer que se preste
a satisfacer sus deseos sexuales todo el tiempo; no tomando en cuenta muchas
veces los sentimientos y disposiciones de las mujeres. Según la formación del
mundo, ya sea por el cine, la televisión o la pornografía, muchos tienen a la
mujer como un objeto sexual y piensan que ellas están para limpiar la casa y la
cama.
-
Económicas: el sueño de llegar a cierta edad y tener
un status social y económico puede ser el gran problema en muchos hombres. Ofrecen
a sus parejas bienestar económico que con el tiempo se dan cuenta que no pueden
cumplir. Esperan que su parejas aporten a la economía del hogar y no reciben lo
que esperan, comienzan a culpar de malgasto del dinero o de mala administración
y no se dan cuenta que muchas veces eso se debe a querer obtener una posición social
que no corresponde a sus posibilidades económicas.
-
Sentimentales: todos queremos sentirnos amados, que la
mujer esté perdidamente enamorada de uno, que nada ni nadie ocupe nuestro lugar
en su vida; pero esto poco a poco, con el tiempo y la llegada de los hijos, se
va acomodando a el nuevo grupo familiar y las prioridades en una mujer
comienzan a cambiar. El problema es que muchos hombres confunden amor con atención,
piensan que no recibir la atención que ellos desean significa falta de amor y
por lo tanto quieren aplicar la ley del gallinero, donde el gallo con más
gallinas es el mejor. Buscan así satisfacer sus expectativas afectivas en otras
personas, creando un gran dolor en el hogar, ya sea por la falta de atención o
infidelidad.
-
Gratitud: muchas veces esperamos agradecimiento por lo
que hacemos, mientras las otras personas no lo ven como una hazaña sino como
una obligación, como un deber, como algo que deberíamos hacer siempre y no
tienen por qué gratificarnos.
Quizá puedan haber muchos otros aspectos en la vida de
los hombre que crean falsas expectativas, pero según mis investigaciones, análisis
y conversaciones con amigos y aun conmigo mismo, estos son los aspectos de
mayor conflicto por expectativas altas al momento de llegar a una relación.
Los hombres muchas veces queremos que las mujeres se
comporten como hombres, que piensen como nosotros y que reaccionen como
nosotros lo haríamos, pensamos que si traemos flores y chocolates eso significa
una noche de pasión. Que si traemos dinero eso representa respeto y posición,
pero muchas veces nos olvidamos lo que dice el Señor.
Efe 5:25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó
a sí mismo por ella,
26 para santificarla, habiéndola purificado en
el lavamiento del agua por la palabra,
27 a fin de presentársela a sí mismo, una
iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que
fuese santa y sin mancha.
28 Así también los maridos deben amar a sus
mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.
Las expectativas pueden ser satisfechas a la inversa,
cuando uno entiende que el principal objetivo es amar a la otra persona, todo lo
que se haga será con el fin de satisfacerla, ayudarla, sustentarla, cuidarla y
protegerla, entonces uno se beneficia del resultado del amor, que es recíproco,
que en definitiva es como amarse a uno mismo. Dice este pasaje que el Señor
hizo todo por la iglesia a fin de presentársela a sí mismo. El que sale
beneficiado es uno mismo por trabajar en pulir un diamante y lucirlo, una mujer
que es amada se verá como una joya valiosa.
Mis expectativas deben ser satisfechas por el amor que invierto en mi
pareja, mis expectativas deben ser basadas en la sensatez y la cordura de la
realidad y no de los sueños infantiles de los cuentos de hadas, ni en los
morbosos enredos que propone el mundo. Mis expectativas deben ser suplidas por
el cálido abrazo de provisión de Cristo, donde puedo gozarme en lo que Él me
da, en su buena voluntad. Deben ser vistos con ojos de gratitud, sabiendo que
todo don perfecto, que toda buena dádiva viene de lo alto, del Padre de las
Luces.