El desafío para muchos es guiar,
encaminar y ayudar a los jóvenes a que conozcan a Cristo; crezcan en la fe y
tengan vidas separadas del pecado y sus consecuencias.
Pero nos encontramos con
realidades distintas al investigar y conocer el movimiento juvenil actual, su
forma de pensar, de interpretar y percibir la vida. La óptica y la manera en
que ven, sienten y desean relacionarse con Dios.
Por eso creo que es
imprescindible separar los hechos de los sueños. La verdad de la ficción en
nuestro panorama eclesiástico evangélico. Reconocer que muchas veces solamente
hablamos de sueños para una juventud; de conformismo y seudo-optimismo,
poniendo los pies en tierra, con cara a la realidad y sus hechos en cuanto a
los jóvenes, sus necesidades y los posibles planes de contingencia para ellos.
Así que haré una lista de Sueños
que tenemos como líderes juveniles y Hechos que son reales en la vida de los
jóvenes.
Sueños
-
Una generación
poderosa y evangelizadora: muchos de los pastores y líderes se enorgullecen
hablando de que hoy tenemos un grupo de jóvenes con vocación y llamado
evangelizador, que van a hacer frente al enemigo y ganar este mundo para
Cristo. Hablan de jóvenes llenos de visión ganas de trabajar, de cambiar al
mundo. Oímos de proyectos y planes de alcanzar a todo el mundo con el evangelio
en cuestión de años o meses.
-
Jóvenes
con amor a la Palabra de Dios, que defienden la sana doctrina y que no se
deja influenciar por el mundo ni el pecado. Una generación que se levanta y
lucha contra el pensamiento mundano y satánico.
-
Generación
de vanguardia: jóvenes especializados y dispuestos para cualquier obra,
donde se quiera allí están listos para servir.
-
Iglesia que
adora: jóvenes con amor apasionado a Dios, que proclaman su verdad por
medio de la alabanza y la adoración. Un movimiento espiritual de nuevos
salmistas y adoradores que Dios levantó para impactar al mundo.
-
Siervos:
hoy tenemos un gran pueblo que sirve a Dios, que ama al prójimo y que honra a
Dios con sus bienes apoyando la obra misionera. Una generación de hombre y mujeres
dispuestos a morir por la causa de Cristo.
-
Iglesia creciente:
cada día se suman más y más a la iglesia, cada fin de semana tenemos más
miembros, más vienen a la iglesia y más son parte del reino de Dios.
Todas estas declaraciones son sueños en dos aspectos:
1- Son un ideal, un sueño que todos
queremos tener. Anhelamos y rogamos a Dios por una juventud que se levante y
conmueva al mundo. Soñamos con un mundo impactado por una iglesia que muestra
la gloria y gracia de Dios por su obra en la sociedad.
2- Es una falacia, vemos que muchos
pastores tratan de auto convencerse de que en sus iglesias tienen a los mejores
siervos, a los más preparados predicadores, a los más valientes evangelistas, a
los mejores cantantes y salmistas. Dando una serie de títulos para inflar el
orgullo humano sin reconocer que no es así en realidad. Es un sueño porque es un producto
de la mente que trata de ver las cosas de esa forma haciendo caso omiso a la
realidad de la juventud hoy en día.
La verdad es
que hay hechos que muestran que los anhelos y las declaraciones de los pastores
pasan de ser proféticas a ilusas. Intentar animar con elogios y afirmaciones de
psicología a la inversa no cambia la realidad que se vive en la iglesia actual.
Hechos
-
Existe una gran
duda acerca de la realidad del evangelio. Muchos de nuestros jóvenes
cristianos se ven aturdidos por los medios de comunicación que una y otra vez
difaman a las verdades sobre Cristo, su existencia, deidad y resurrección. Partes
fundamentales en el evangelismo. Jóvenes con poco conocimiento bíblico se ven
contra la espada y la pared al no tener argumentos convincentes ante estos
ataques y prefieren callarse. Por otro lado, la globalización del conocimiento
y la facilidad de adquirir información hace que cualquiera ponga en tela de
juicio cualquier verdad absoluta; aunque las fuentes de información no sean
veraces. Hoy los medios dicen la verdad.
-
Los jóvenes cada vez ignoran más de la Palabra de Dios. El mismo estilo de vida que
llevamos, lo inmediato de obtener información y los diferentes medios
audiovisuales hacen a un lado la lectura. Sentarse y dedicar un tiempo a las Escrituras
tiene varios obstáculos como: el estilo de vida vertiginoso que llevamos, no
damos tiempo a meditar; la distracción del medio ambiente; la autodependencia,
tengo todo lo que necesito y si tengo una duda Google me la aclara. Todo esto
hace un gran bache entre el devocional y conocimiento escritural de la vida de
los jóvenes hoy. Por otro lado la iglesia es deficiente en su enseñanza
bíblica, pensamos que hablar de David o Josué o Daniel debe transformar la vida
de la persona, decimos: “tienes que ser como David que mató al gigante”, “tienes
que ser como Daniel que no temió a los leones”. Pero la Biblia no dice eso, la
Biblia dice que debo ser como Cristo. Jamás podría ser como David o como
Daniel. No tengo gigantes a quien tirar piedras o leones, hoy tengo luchas
reales conmigo mismo. No hay conocimiento consiente de la verdad de Dios, hay
interpretaciones denominacionales, porque eso favorece a mi iglesia enseñar.
-
La adoración está mal entendida, porque se cree que adoración sólo hay en un culto,
cuando se canta o cuando hay algún tipo de experiencia extrasensorial con el
Espíritu, sin saber que la primera vez que se habla de adorar en la Biblia
tiene que ver con obedecer y hacer un sacrificio. Abraham tenía que obedecer a
Dios y sacrificar, desprenderse de lo que más amaba y confiar en que Dios
podría obrar. Eso es adorar. Una vida de devoción y entrega a Dios. Son buenos
los cultos, es buena la música, se ha profesionalizado la alabanza en la
iglesia, pero una generación de adoradores es muy apresurado decir.
-
Siervos:
viendo un poco adentro de cada ministerio y organización paraeclesiástica nos
encontramos con la cruda realidad que la ausencia de siervos es enorme; la
necesidad ministerial hoy no es medios o métodos sino personas; hijos de Dios
que quieran servir por amor, sin esperar posiciones ni remuneración. Muchos
ministerios que tienen décadas se ven a las puertas del cierre porque no hay
colaboradores, ni ofrendantes. La realidad, el hecho es que hoy estamos más
ocupados en nuestros propios asuntos y necesidades que la obra de Dios no es
una prioridad en nuestra vida, y decimos que servimos porque una vez al mes
limpiamos el local de la iglesia o damos alguna clase de escuela dominical.
-
Iglesia creciente:
el movimiento demográfico no quiere decir aumento de miembros. Muchas iglesias
tienen miles de visitas, como en una sala de chat, pero pocos miembros. La deserción
es pan diario de las iglesias evangélicas. Esto se debe a la poca consistencia
en la predicación del evangelio, los escándalos pastorales y todo un movimiento
de farándula cristiana en torno a nuevas tendencias. Pero poca convicción bíblica
y débil influencia.
Los hechos revelan una gran
necesidad de volver a las raíces, a los cimientos mismos de la fe. Volver a los
pies de Cristo y sincronizar con su voluntad, dejar a un lado nuestras pretensiones
y ambiciones politicocristianas y ser más genuinos.
Dios dijo “que el pueblo pereció
por falta de conocimiento”. Este mundo tiene picazón de oír, los jóvenes de hoy
buscan una experiencia espiritual, pero adaptada a sus necesidades y forma de
ver la vida. La vida en 60 segundos, tiempo en que se demora en cambiar de
color un semáforo.
Dios está obrando en cada persona
alrededor del mundo, en cada criatura, lo reconozca o no como Dios y Señor.
Dios está amándolos y buscando tener una relación con cada uno de ellos,
rescatarlos y ser su Padre. Para eso vino Cristo, para eso murió en una cruz; y
Dios me llama hoy, nos llama a ser el enlace entre un mundo perdido y un Dios
de amor que busca salvarlos.
La nueva generación de líderes
que soñamos no es parte de una ilusión sino de una realidad, de someterse a la
voluntad de Dios y decir como Simón Pedro: “¿a quién iremos sino a ti? Solo tú
tienes palabras de vida eterna”.
Hay una generación que necesita de
Cristo, dentro y fuera de la iglesia; hay una generación que está aturdida por
el movimiento constante del planeta, un mundo que no para, que ni tiene día ni
noche, que cada vez es más pequeño, con más luces y menos tiempos quietos para
reflexionar. La iglesia debe hacer un alto… pensar… ¿esto quiere Dios? Buscar la
forma, el medio para traer luz real, luz de vida a un mundo en oscuridad de
neón. Debemos levantarnos como un pueblo que ama a Dios y declara su gloria y
gracia.