martes, 1 de marzo de 2016

En medio del dolor

A veces es difícil encontrar confianza en Dios en medio de las pruebas y dificultades. El dolor nos supera y nubla nuestra mirada pero es el mejor terreno para aprender a confiar en su poder y fortaleza, no es por la lógica sino por  pruebas donde puedes comprobar su buena Voluntad.

Tampoco creo en la trillada frase pseudo-confortante: “Es que Diosito quiere esto para mí”. En verdad puedes encontrar paz y seguridad en medio de las dificultades y la perdida de personas amadas.

Esto me ocurrió a mí:
En el 2013, en los primeros días del año, mi hermano Pablo falleció ahogado en un río en la ciudad donde nací. Fue muy traumático ya que llevó varios días perdido en el río, cuando lo encontraron, estaba en mala condición y su entierro fue inmediato. Él había llevado una vida desordenada y el alcohol había hecho estragos en su vida y la de su familia. Mi mamá de más de 70 años no podía superarlo, tuvo un periodo largo de depresión y deterioro de su salud. 

En junio del mismo año; el bebé en camino de mi hermano Daniel, falleció antes de nacer, otro golpe duro para la familia. En agosto por el día de mi cumpleaños, llamé a mi mamá por teléfono, yo vivo en Ecuador y ellos en Argentina. Al hablar con ella, me pidió que regrese, me extrañaba y no podía superar la muerte de su hijo y también su nieto. Le dije que no podría, pero a fin de año quizá sí. Sin saber que dos semanas después ella también partiría a la presencia del Señor. El día que me comunicaron de su muerte viajé a mi ciudad natal de una forma sorprendente porque pude conseguir pasajes y todo fue bueno en el viaje. 

Volví a Ecuador, a mi trabajo, en medio de tantos compromisos y actividades no tenía forma de enfrentarlo todo. A veces, esperamos el consuelo de personas cercanas o de los hermanos en la fe pero  no siempre lo encontramos. Llegó octubre, mi hermano Feliciano ingresó al hospital por un tumor en el intestino, al hablar con él por teléfono me dijo: “si quieres verme tienes que venir ahora, sino me despido de una vez de ti”. Ese mismo día viaje nuevamente a Argentina, pasé esa semana con él en el hospital. Estuve en su cuarto la noche que falleció, lo hizo sujetando mi mano. Pero antes de morir pude ver a un hombre que confiaba en Dios. Él me dijo: “¿Cómo puedo pedirle a Dios que me quite esta enfermedad si Él no termina aun lo que quiere en mí?”. 

Puedo decir que en medio de tantos problemas y tristezas no perdí mi confianza en Dios, pero hubo momentos donde la tristeza llenó mi corazón, momentos que tuve que mantenerme firme y poner cara de que: todo estaba bien.
Había personas que no entendieron lo que me pasaba por dentro,  juzgaban mi dolor diciendo que lo debía superar y que si yo confiaba en Dios no podía llorar. Hubo momentos en que me detuve con el auto en una esquina alejada, lloré desconsoladamente. 

En medio de todo este duro año pude disfrutar del amor, cariño y consuelo de los que realmente te aman. Dios estuvo en medio de todo este paso por el valle de la muerte, nunca me dejó, me acompañó en cada llanto y en cada noche de insomnio. El asunto no está en el problema sino en que puedas ser capaz de esperar un segundo más y dejar que Dios haga su parte. 

Dios sólo pide que confíes en Él y te promete:
Isaías 43:2  Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.

jueves, 4 de febrero de 2016

El amor no tiene explicación

Existen muchos misterios en el universo, cosas que no podemos entender ni explicar; cosas que si te pregunta tu hijo de 4 años no sabes qué decirle y quizás salga con alguna frase trillada o simplemente le hagas un dibujo para graficar aquello inexplicable.
El amor es una de esas cosas que no se puede explicar o graficar, no hay formas de medir. Respuestas a: “¿Cuánto me amas?, de aquí a la luna, ida y vuelta”, son simplemente un intento fallido de dar sentido a algo que no lo tiene para el entendimiento humano.

Los hombres solemos ser tan básicos y concretos que ponemos al amor en estamentos de condiciones materialistas o demostraciones físico-afectivos. Decimos: “siento que me ama porque me regala cosas”, o “sé que me ama porque me abraza o da besos”. Algunos caemos en algo más carnal y resumimos el amor en términos sexuales o pasionales; otros en asuntos de respeto y protección o amparo económico. Pero la pregunta aquí es: “¿son malas estás cosas?”, no en lo absoluto, todo si está dentro de los parámetros correspondientes y son expresiones de amor que uno hace o da a su pareja. Pero ninguna de estas cosas definen al amor o miden al mismo.

Uno puede definir sensaciones, como: “cuando le veo siento maripositas en el estómago”, o “cuando me dijo que ya no más, sentí un vacío en el pecho y el alma se me salía”. Estas sensaciones expresan físicamente lo que ocurre en nuestra mente y corazón al enfrentar situaciones románticas o amorosas, pero ¿definen al amor?, no.

El amor o enamoramiento te lleva a hacer locuras, a desvariar, a perder el sentido de la realidad y noción del tiempo. Aumenta tu ritmo cardiaco, provoca sequedad en tu boca, insomnio, falta de apetito, excesiva fijación en detalles del aspecto personal; aumenta potencialmente la capacidad de mentir con tal de estar con la persona amada. Te hace vivir una ilusión ya que disminuye la percepción de los errores del ser amado y sobredimensiona sus atributos.

Uno por amor es capaz de hacer cualquier cosa, como viajar horas, mojarse bajo la lluvia, esperar horas a que llegue, gastarse todos los ahorros por comprar algún accesorio o regalo. Soportar el rechazo, los desplantes y hasta perdonar fácilmente cualquier tipo de mala actitud con tal no empeorar las cosas y no estar enojados. Te pones la camisa que jamás lo harías sólo porque a ella le gusta, te peinarías de ese modo porque a él le parece bonito. Todo, es posible si hay amor. Pero aun así todo esto no explica al amor, son sólo expresiones de algo que está en nuestro pecho, que nos oprime, nos hace llorar, reír, sudar, cantar, silbar, caminar como tontos y deambular en nuestros pensamientos de noche. Todo esto provoca el amor en nosotros.

Para las personas lógicas, el amor no tiene sentido. Para los científicos realmente no existe es sólo la reacción a impulsos electromagnéticos producidos por neuronas en conjunción con hormonas y estímulos sensitivos. Para los románticos es el todo de la vida, aun cuando no puedan explicarlo. Pero para el mortal promedio como yo es el sentimiento que hace mover tu vida en razón de alguien o algo. Es el vivo interés en el bienestar del objeto de tu amor, es la decisión de vivir junto a esa persona porque la amas y te ama a ti.

El amor no se puede explicar porque somos limitados a este tiempo y espacio, porque el amor en sí es una persona, es Dios mismo. Uno de los atributos de Dios es el amor, pero no como una expresión sentimental sino como una manifestación de su esencia. Dios es, hace y se mueve por amor. No quiero espiritualizar el tema, pero este es el punto referencial de cómo debemos expresar y entender el amor.

Si un novio le dice a su pareja que para mostrar amor deben tener relaciones sexuales, está basando su amor en sus instintos y deseos físicos y no en el interés por el bienestar del otro, ni en el cuidado que merece la dignidad de su novia. Si la chica le dice al novio, sino haces esto o aquello o si no cambias esto de ti, no me amas; ella está basando su amor en la satisfacción de sus caprichos y aspiraciones, pero no en la aceptación ni en el deseo del autodesarrollo de su novio. Esto para nada refleja el carácter del amor y mucho menos el carácter de Dios.

La Biblia habla de que el amor es sufrido, todo lo soporta y espera, todo lo cree, no ofende ni grita, no busca el mal; todos estos son atributos o acciones de Dios hacia el hombre y pruebas fehacientes de que el amor es algo real y vivencial, puedes practicarlo, puedes experimentarlo, puedes disfrutarlo.
Desde mi humilde opinión, no trates de explicar o encontrarle sentido al amor. El amor es algo que ocurre y se produce. Ocurre porque en cierto momento de tu vida conoces a alguien y te conectas con ella de una forma increíble y sabes que puedes crear una relación de amor con esa persona. Se produce, porque al conocer y descubrir a esta persona decides amarla y dedicarte a vivir un futuro con ella. El amor comienza a fluir y provocar todas esas cosas que vimos al inicio, comienzas a soñar y proponer una vida junto a este amor.

El amor no tiene explicación porque no hay recetas, sólo se forma; no tiene sentido porque en cada vida es una experiencia totalmente diferente, se amalgama en la química propia de cada individuo. No tiene forma porque no hace diferencia de clases, ni color, ni apariencia. No tiene medida porque es imposible amar bajo una regla, se ama con todo o no se ama.

No trates de darle un sentido, sino más bien un curso, dale una dirección; que tu amor hacia alguien esté bajo los parámetros de Dios, que sea Él quien te guíe a tomar las mejores decisiones. Construye con el fundamento eterno de su Palabra para que puedas gozar de los beneficios de vivir una vida digna ante Dios y los hombres. Da pasos de respeto y dignidad a tu pareja, hónrala, protégela, no permitas que caiga en boca de gente chismosa. Haz que tu amor sea un faro que guíe a otros hacia una relación de amor con Dios.


“El amor nunca deja de ser”, así lo explicó Dios para que nosotros podamos entender que el amor es lo que nos permite vivir, ser y sentir. Lucha por un amor verdadero, cree, sueña y da lo mejor de ti para amar y ser amado. No le busques la lógica, no te quedes con las malas experiencias, no te aterres tras las historias macabras de desilusiones de algún amigo. Sé tú mismo y vive lo que Dios te permite vivir, depende de Él y vas a encontrar el amor que tanto necesitas y deseas. Prepárate para amar a alguien así.

jueves, 7 de enero de 2016

La mujer que amas

Eclesiastes  9:9  Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de la vida de tu vanidad que te son dados debajo del sol, todos los días de tu vanidad; porque esta es tu parte en la vida, y en tu trabajo con que te afanas debajo del sol.

Al final de cuentas, del trabajo te jubilas, los hijos crecen y se van, tu casa se vuelve grande y la vendes para terminar en un geriátrico o clínica de reposo. Así que sólo te queda la mujer que amas; puedes hacer grandes riquezas, muchos negocios y alcanzar un renombre en la sociedad, pero al llegar la noche y regresar a casa, nada es más importante en tu vida que ella.

Debajo del sol, las razones del hombre para vivir son cosas temporales, todo se deteriora, envejece, te lo roban, se te destruye. Bueno es parte de la vida y Dios mismo te da la posibilidad de disfrutar eso, por eso le llama vanidad, es algo vacío y temporal. Puedes construir todo un imperio, pero si Dios no te da el privilegio de disfrutarlo, terminas siendo un pobre y miserable y al final de cuentas de todo eso, lo más valioso que puedes tener es la mujer que amas.

No sé cuál es tu relación con alguna mujer, y hoy permítanme hablar a los hombres. No sé si tienes una esposa o novia, no sé si la mujer que amas es tu mamá porque aún no tienes pareja. Pero el enfoque de tu vida debe ser gozar con ella y hacerla feliz, no en momentos, no de a ratos, no por circunstancias, sino todos los días que Dios te dio. Este es el gran desafío de Dios para tu vida, esta es tu parte o lo que te corresponde.

Ninguna otra cosa en la vida te traerá mayor satisfacción de haber logrado algo como hombre, sino una mujer feliz a tu lado. El éxito de un hombre en la vida, se nota en el rostro de su esposa. Una foto familiar puede mostrar hasta dónde has llegado y cuánto has sacrificado en la vida; no me refiero a lo material porque al final de cuentas eso es sólo pasajero. Pero sí qué fue lo que lograste a lo largo de tu vida.


Pídele a Dios sabiduría para que puedas alcanzar esta meta. Busca a Dios hoy. ¿Qué haces para ocuparte de tu mujer?, invítale a hacer algo romántico hoy; llévale al cine, sal a caminar, regálale flores; esos detalles no sólo alagan a la otra persona, también hablan mucho de tu carácter y amor. Aprovecha tu tiempo en invertir en la mujer que amas.

sábado, 2 de enero de 2016

Primeros pasos del año

Jeremías 20:12  Oh Jehová de los ejércitos, que pruebas a los justos, que ves los pensamientos y el corazón, vea yo tu venganza de ellos; porque a ti he encomendado mi causa.


Me puse a pensar en tres cosas de este versículo al comenzar el año. Siempre que comenzamos a transitar un nuevo camino o emprendemos nuevos proyectos estamos un tanto titubeantes sobre qué va a pasar o con quién vamos a trabajar. A veces dudamos si los que están a nuestro lado pueden ser realmente de ayuda. Por eso quiero que veamos juntos estos puntos.

1- Dios prueba a los justos. No es cuestión sólo de decir que somos justos sino de probarlo. Quizás sea fácil decir que estamos bien ante Dios pero debemos demostrarlo. Debemos vivir de una manera que haga verdad lo que decimos y esto es un desafío para mi vida. Es un desafío para ambos, para ti también. Quiero ayudarte y pedirte que me ayudes a vivir de una manera justa. Y sé que ambos podemos.

2- Dios ve los pensamientos y el corazón. Dios sabe tanto lo que pensamos como lo que sentimos. No hay forma de engañarlo Él sabe todo, por más que diga que no siento o que no estoy queriendo decir eso... Dios sabe lo que hay en el fondo. Es interesante que este pasaje dice que Dios ve; Él está observando tu vida y la mía, tus pensamientos y sentimientos. Esto me desafía a pensar en ser sincero con Dios. Conmigo mismo y con los demás. Quiero ser íntegro y no esconder nada a nadie.


3- Encomendar la causa a Dios. No quiero luchar más con nadie. Ni conmigo mismo. Si ponemos nuestra causa en las manos de Dios. Él hará lo mejor para nosotros y podemos confiar en eso. Si nos atacan o se burlan. Si nos ofenden o critican o insultan... Dios lo ve y él les dará su pago.


Quiero que pienses en esto y tomemos un firme deseo de vivir así. Sé cuán importante es para ti hoy vivir así y lo anhelas y buscas de corazón. Yo también y no quiero ser de tropiezo a nadie sino de fortaleza y bendición.