Debo confesar que me cuesta mucho orar, no es que no ore, ni que no
quiera orar, sino en que mis oraciones no se vuelvan repetitivas o
superficiales.
Al ver la vida del Señor Jesús, encuentro pasajes como este que me desafían
a orar de la misma manera consistente. Orar con el corazón, el pensamiento y el
espíritu. Dedicar tiempo a la oración y no divagar en mis pensamientos. No sé
si te ha pasado que mientras oras te acuerdas de canciones, escenas de películas
o conversaciones que has tenido con alguien y las comienzas a recrear en la
mente y cuando menos te das cuenta, han pasado minutos y tú estás en otro lado
y no orando. Bueno a mí sí me ocurre y a veces es casi insoportable.
Me encuentro
en la lucha con mi carne que no quiere rendirse a Dios; creo que eso debe porque al
orar, obviamente, debo confesar mis pecados y dejarlos a un lado, y mi carne no
quiere. A veces mi lucha es con hacer las cosas como yo quiero y no
exponerlas a Dios para que no me cambien los planes, o porque sé que no estoy
tomando las mejores decisiones pero quiero hacerlo de todas formas. Fíjate este versículo:
Luc 6:12 En aquellos días él fue al monte a orar, y
pasó la noche orando a Dios.
Orar es mucho más que simplemente hablar con Dios, es más que contarle
como me siento o lo que quiero, porque Él ya lo sabe. Orar implica fe, implica
creer que Él existe y está escuchando tu oración. Orar implica dependencia,
esperar solamente en Él y que sea Él quien haga las cosas en favor tuyo. Orar
implica rendirse a sus pies, a su autoridad y soberanía, a su decisión,
someterse a su voluntad. Orar requiere esfuerzo porque debemos dejar a un lado
nuestros placeres para concentrarnos en Él y enfocar nuestra vida a Él.
Orar
como lo hizo Jesús, toda una noche, es como Jacob que luchó toda una noche y no
se alejó hasta recibir la bendición de Dios. Orar es ponerte de acuerdo con
Dios, en que sus planes son los que más te convienen y que sus tiempos son los
más sabios y que sus bondades son las más ricas.
Aprende a disfrutar de la oración, deja un tiempo en tu vida para orar
de verdad.
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