viernes, 21 de octubre de 2011

Orar es más que hablar


Debo confesar que me cuesta mucho orar, no es que no ore, ni que no quiera orar, sino en que mis oraciones no se vuelvan repetitivas o superficiales.

Al ver la vida del Señor Jesús, encuentro pasajes como este que me desafían a orar de la misma manera consistente. Orar con el corazón, el pensamiento y el espíritu. Dedicar tiempo a la oración y no divagar en mis pensamientos. No sé si te ha pasado que mientras oras te acuerdas de canciones, escenas de películas o conversaciones que has tenido con alguien y las comienzas a recrear en la mente y cuando menos te das cuenta, han pasado minutos y tú estás en otro lado y no orando. Bueno a mí sí me ocurre y a veces es casi insoportable.

Me encuentro en la lucha con mi carne que no quiere rendirse a Dios; creo que eso debe porque al orar, obviamente, debo confesar mis pecados y dejarlos a un lado, y mi carne no quiere. A veces mi lucha es con hacer las cosas como yo quiero y no exponerlas a Dios para que no me cambien los planes, o porque sé que no estoy tomando las mejores decisiones pero quiero hacerlo de todas formas. Fíjate este versículo:

Luc 6:12  En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios.

Orar es mucho más que simplemente hablar con Dios, es más que contarle como me siento o lo que quiero, porque Él ya lo sabe. Orar implica fe, implica creer que Él existe y está escuchando tu oración. Orar implica dependencia, esperar solamente en Él y que sea Él quien haga las cosas en favor tuyo. Orar implica rendirse a sus pies, a su autoridad y soberanía, a su decisión, someterse a su voluntad. Orar requiere esfuerzo porque debemos dejar a un lado nuestros placeres para concentrarnos en Él y enfocar nuestra vida a Él. 

Orar como lo hizo Jesús, toda una noche, es como Jacob que luchó toda una noche y no se alejó hasta recibir la bendición de Dios. Orar es ponerte de acuerdo con Dios, en que sus planes son los que más te convienen y que sus tiempos son los más sabios y que sus bondades son las más ricas.

Aprende a disfrutar de la oración, deja un tiempo en tu vida para orar de verdad.

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