sábado, 29 de septiembre de 2012

¡Un año!

¡Woo! Cumplimos un año con este blog. Es algo increíble, no fue medido ni calculado, pero llegamos a 100 artículos y con este 101, llegamos a 6.349 visitas, nos han visto en muchos países poniéndose a la cabeza Ecuador con 3.276 visitas, Argentina con 884, Estados Unidos con 870 y Rusia con 229, después siguen Alemania, Francia, Perú, Venezuela, Canadá, Puerto Rico entre otros tantos. No sé si será un buen promedio pero yo estoy más que satisfecho.

Este blog ha sido de bendición principalmente para mí, porque tuve que enfrentarme con mis propias luchas, con mi carne, ser constante y dedicar tiempo para escribir. Muchas veces me sentaba frente al computador y no podía escribir, así que lo dejaba, pero no quería escribir cualquier tontería sólo por escribir.

Fue muy gratificante recibir comentarios como: “Gracias, me sirvió”, “publica otro que ya no tengo devocional”, “golpeó lo que pusiste amigo”, o simplemente “muy bueno”. No sé si ha impactado la vida de alguien, la mía sí, y no espero que mis escritos impacten la vida de alguien sino los versículos, la Palabra de Dios, puestos en esto artículos.

Aun no llego a entender como “Lo que es imposible para el chancho” tiene la punta en las entradas más vistas, se lleva el 22% de las visitas. Pero ese chanchito fue uno de los artículos que más me gustó también. Este blog permitió desarrollarme en mi vida personal, alcanzar un logro, un desafío, un deseo, experimentar como escritor y en cierto modo como consejero. Aquí hay frases que me hubieran gustado escuchar cuando estuve en problemas, en dudas y aun en pecado. Es parte de mi experiencia y andar con Dios. Es una alegría llegar a un año con este pequeño ministerio, si se lo puede llamar así.

Lo único que puedo agregar es que todo esto es por la gracia y misericordia de Dios. Agradezco a mi esposa Esther, porque sin su apoyo, soportando que me quede en horarios un tanto anormales, como madrugadas o tras noches cuando la casa estaba en silencio para escribir; realmente sin ella y mis hijos, Ariel y Lucas, sin una familia que te respalde y te dé fuerza es imposible hacer algo como esto. Agradezco a mis amigos que los leen, y cada tanto me escriben algo.

Dios gracias, por tanto amor a mi vida, por permitirme servirte, por mantenerme firme en ti, por darme una oportunidad a pesar de mis faltas, por darme gracia ante otros para llevar tu Palabra. Gracias por llenar mi corazón y ser la razón de mi vivir.

Deuteronomio 10:21  Él es el objeto de tu alabanza, y él es tu Dios, que ha hecho contigo estas cosas grandes y terribles que tus ojos han visto.

Nada hacemos por vanagloria, nada para nosotros, no quiero robar en lo más mínimo la gloria que pertenece sólo a Dios, Él es la razón de nuestra alabanza. Este año es otra muestra más de su gracia, de su amor y de su fortaleza. Gracias porque has hecho, Dios, grandes cosas en nosotros, cosas que nunca lo hubiéramos visto si no nos hubiéramos atrevido a caminar de tu mano. Gracias por un año.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Pelear es bueno

Quizás el título no parece prometedor al teman, pero creo que hay ciertas peleas que son buenas; en algunas es mejor perder para al final ganar, como por ejemplo ceder en algo. En otras las peleas son absurdas y a lo único que te lleva es a perder por todos lados, no importa por donde mires, pierdes. Y creo que la mejor pelea que podemos dar es contra nosotros mismos. Sí como lo acabas de leer; gran parte de nuestros conflictos y problemas vienen de nuestras actitudes, malas costumbres, instintos y deseos más bajos, en fin; gran parte del problema lo provocamos cada uno de nosotros.

El apóstol Pablo escribió lo siguiente:
1Co 9:26  Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire,
27  sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.

Él está hablando de hacer las cosas para ganar, ir a mejor; en ese contexto dice que no pelea como alguien que tira golpes al viento sino que tiene un propósito. Muchos piensan que es necesario, lastimar la carne para dejar los hábitos del pecado, pero este versículo no dice eso, sino que él pone bajo control su cuerpo para que lo obedezca y no caiga en descrédito. 

Nuestro orgullo y sistema de autodefensa, de sobrevivencia emocional nos lleva a levantar paredes ante los demás, no dejamos que nadie nos insulte, que nadie nos reclame nada y aun cuando tienen razón intentamos buscar excusas y culpables para defendernos, todas estas reacciones, muy naturales por cierto, son reacciones de la carne. No queremos reconocer que fracasamos y fallamos, no queremos mostrar debilidad ni se humillados. 

Por eso es importante luchar contra nosotros mismos, lograr el dominio propio, vencer la carne que nos dice: “¡ataca!, ¡no te dejes tratar así!”. Debemos vencer ese tipo de pensamientos y ver con calma si es verdad que lo que nos están criticando, si es necesario hacer ajustes en mi propia vida. Controlar el enojo, la ira, la envida, el rencor, los gritos, las reacciones bruscas y hasta el silencio; porque quizá no diga nada pero mi silencio es peor que los insultos. Estas reacciones muy comunes suelen ser justificadas por el temperamento y las situaciones, pero en realidad son solamente muestras de la naturaleza pecaminosa que debe ser domada y controlada por el Espíritu Santo. 

La mejor lucha que puedes librar es contra ti mismo, vence tu carne, aférrate al poder de Dios, pídele sabiduría, busca su rostro cada día y la santidad; vence tu carne con sus pecados. Recuerda que mayor es el que está en nosotros, no seas presa y motivo de escarnio ni burla de las huestes de maldad, no des motivo al diablo que se ría en tu cara cuando te reproche tus faltas, tapa su boca con una vida rendida a los pies de Cristo. Todo pensamiento altivo llévalo cautivo a los pies de Cristo, no sólo pensamientos ajenos sino los tuyos propios. No te dejes ganar por el que está crucificado con Cristo, porque lo que vives en la carne, lo vives en la fe del hijo de Dios. Sé más que vencedor.

martes, 25 de septiembre de 2012

¿Cuál es tu excusa?

Es chistoso oír las razones de algunos cuando se les pregutna: ¿Qué están haciendo para Dios?. Algunos dicen que están haciendo, “poco, pero algo es algo”; otros opinan que aunque hacen poco lo hacen con el corazón y no pueden hacer más porque el tiempo no les alcanza. Muchos de nosotros ponemos aun el propio ministerio o iglesia como excusa para no dar el ciento por ciento a Dios. La razón más común es: “estoy muy ocupado”, puede que sea hasta en la propia obra de Dios; nos enfocamos tanto en el trabajo, en quiénes nos ocupamos, a quiénes servimos que nos olvidamos del Señor de todo.


Lo más chistoso es que cuando un hijo de Dios decide consagrar su vida y dedicarse a la obra de Dios, pareciera que todos, aun los cristianos se ponen en su contra y comienzan a criticarlo, quizá por el simple hecho de que si él comienza a hacer algo, se notará que yo no estoy haciendo nada y eso no es conveniente para mi imagen.  

Una mujer trajo lo mejor ante Jesús, ella no estaba invitada a la fiesta, pero costumbre de esa época que cualquiera podía ir a la casa de alguien que había recibido visita y mirar y oír, pero no participar de la fiesta. Esta mujer, estando Jesús sentado (o más bien recostado), con sus piernas hacia atrás, sin que Él lo viera, se acercó y rompió un vaso de perfume ante los ojos de todos y la casa se llenó de ese olor. Hubieron personas que se molestaron y dijeron: “se debía haber vendido y dado a los pobres”. Pero el Señor los calló y dijo lo siguiente: 

Mar 14:7 Pues siempre tendrán a los pobres con ustedes y los pueden ayudar en cualquier momento; pero no siempre me tendrán a mí.

El tiempo que tengo para servir al Señor es ahora, ¿Cuántos años tienes?, ¿17, 19, 25?, no importa cuantos tengas, lo importante es ¿qué estás haciendo ahora para el Señor?. No tendrás siempre tiempo para servir, no tendrás las oportunidades, llegará un día en que no tendrás más vida para hacerlo. La excusa en ese  momento fueron los pobres; “no demos esto tan valioso a Jesús, ¡qué desperdicio!, lo hubiéramos dado a los pobres”, el Señor respondió a eso: “quieres dar algo a los pobres, hazlo, ahí están y siempre habrán pobres, pero no siempre me vas a tener a mí para hacer algo por mí. No siempre voy a tener la oportunidad para dar lo mejor a Dios. 

Sal 6:5  Porque en la muerte no hay memoria de ti;
En el Seol, ¿quién te alabará?

El tiempo que tenemos para hacer algo bueno para Dios es ahora, no dejes de estar a su lado alabándolo, honrándolo; no pongas como excusa a tu familia, a tu iglesia o a los pobres del barrio, ellos siempre van a estar y en cualquier momento puedes hacer algo por ellos, si ese es tu verdadero deseo, pero hacer algo para Dios, no es siempre. Aprovecha tu tiempo y decídete a hacer algo que llene de olor fragante este mundo, que todos puedan notarlo, aun cuando algunos lo critiquen, pero no importa; habrás hecho algo para tu Padre Celestial y eso tiene más valor.

¿Cuál es tu excusa? ¿Qué tienes que decir al llamado de Dios a servirle?, no intentes poner una razón sin sentido, cuando tienes a Dios delante de ti. Hónralo, ámalo, sírvele, haz tu mayor esfuerzo y da algo de gran valor hoy mismo para Dios.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Cuando la conciencia acusa

Todo creyente lucha con su conciencia. Algunos tienen un trato con ella: "tú no me molestas y yo no te cauterizo", pero esto solamente es un chiste. La conciencia es esa vocecita interior que te dice lo que estás haciendo mal. Bueno más que una vocecita, dice el libro de Romanos, que es la ley de Dios puesta en el corazón del hombre: 
Rom 2:14  Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos,
15  mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos,

La conciencia nos indica qué hemos hecho mal y sólo se calla cuando arreglamos el asunto o cuando la matamos y dejamos de oírla. Pero siempre nos dice cómo estamos actuando.
En la vida cristiana muchos tenemos problemas de mala conciencia, o sea, el reproche de aquellas cosas malas que hemos hecho. Esto muchas veces nos lleva a pensar que no hemos sido perdonados y hasta que no somos hijos de Dios realmente; Satanás aprovecha esta situación para infundirnos dudas y pérdida de gozo, con el sólo fin de vernos amargados. 

El perdón de Dios es algo incomprensible, no lo puedo llegar a medir ni entender, es así de simple, es como Él actúa no como yo. Dios perdona y olvida mi pecado, me restaura y me coloca en una posición de privilegio; me trata como si nada hubiese pasado. En cambio nosotros no podemos pensar así porque nuestra mente corrompida por el pecado abriga algo que se llama “rencor” y no podemos entender cómo puede perdonar Dios. Pero Dios dice: “ese no es mi problema, yo puedo perdonar de una manera única y me gozo en hacerlo así” y gracias a Dios por eso.

Esta conciencia sucia y acusadora nos lleva a querer crucificar a Cristo otra vez, y entiéndanme bien, lo voy a explicar así: “El pecado me separa de Dios, estoy condenado y merezco el castigo; Dios envía a su Hijo a morir en una cruz y resucita al tercer día para que yo tenga perdón de pecados y vida eterna. Acepto a Jesús en mi corazón y Él borra todos mis pecados, me da una nueva vida y soy hecho hijo de Dios. Ahora su sacrificio fue total, satisfactorio y eficaz no necesito hacer nada más para tener perdón, tampoco tengo que volver a ofrecer otro sacrificio ni cumplir con ninguna liturgia o ritual para ser perdonado, porque Jesús ya pago el precio y fue eficaz. Pero cuando no acepto eso porque creo que Dios me ve de la misma manera en que yo veo, y perdona de la misma manera en que yo lo haría, entonces mi conciencia comienza a acusarme y pide otro sacrificio. La culpa es tan grande que me lleva a pensar que no soy un verdadero hijo de Dios o que Él no perdonaría a alguien que constantemente hace lo mismo y por las dudas vuelvo a hacer una oración, ahora sí, aceptando en mi corazón verdaderamente”. Y esto lo podemos hacer varias veces y el Señor nos  mira sorprendido diciendo: “¡Hey! Ya bastó el sacrificio de Cristo, no tenemos que volverlo a hacer”. Por eso el Señor Jesús en la última cena, al lavar los pies de sus discípulos explicó a Pedro, que el que está limpio, sólo debe limpiar sus pies, veámoslo: 

Jua 13:10 —El que ya se bañó no necesita lavarse más que los pies, porque todo su cuerpo ya está limpio. Ustedes están limpios, pero no todos.

Cuando cometo un pecado (porque somos pecadores por naturaleza y volveremos a cometer pecados), nuestra comunión se ve afectada por este pecado, pero si pecamos podemos confesarlo y ser limpios. No perdemos nuestra salvación porque la obra de Cristo es eficaz y ya no hay otro sacrificio. Es como si al andar por esta vida nos ensuciamos los pies y al entrar a la presencia de Dios vemos que estamos sucios y necesitamos ser limpios, pero no bañarnos, sino solamente lavarnos los pies. Esto dijo Jesús a sus discípulos, pero algo más, Él sabía quienes estaban limpios. Quizá tú puedas ser alguien que vive cerca de Jesús, vas a una iglesia, tratas de ser limpio por tus propios medios y no te has lavado en la sangre de Cristo, tú crees que eres salvo, pero Dios sabe que no. Mira bien si sólo necesitas ser limpio los pies o realmente necesitas bañarte para estar totalmente limpio. El sacrificio ya fue hecho, la invitación es para todos, la mesa está servida, el Padre sólo espera que vengas y seas limpio en su Hijo. 

Tu conciencia es buena aliada, pero recuérdale de vez en cuando que Jesús ya te limpió y que no insista con aquellos pecados ya perdonados. Acepta el perdón de Dios, y sigue adelante. Si eres un hijo de Dios, no necesitas bañarte otra vez, sólo límpiate los pies.

jueves, 20 de septiembre de 2012

¿Y si te pregunta a ti?

Es fácil criticar y dar reparos a aquel que se equivocó o dio una respuesta incorrecta. Nos da gracia y haer reír ver el error ajeno. Es tan fácil criticar a los discípulos por su falta de fe, de visión y de valentía; claro nosotros lo vemos desde este lado: “lo vemos como historia (o sea, sabemos el final), tenemos al Espíritu Santo que nos enseña y creemos que somos mejores”.

Cada vez que vemos alguna falta en uno de ellos decimos: “este Pedro, siempre un bocón” o “este Tomás, incrédulo hasta la médula”. He escuchado cientos de prédicas donde los discípulos son un motivo de chiste, un ejemplo de testarudez o de poca fe; y a decir verdad no somos muy distintos a ellos. ¿Qué harías tú en esta situación?,  si estuvieras en ese monto ante la gran multitud, ¿y si te pregunta a ti?, ¿dirías algo diferente a Felipe?
Juan 6:5  Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?
6:6  Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer.
Todos conocemos esta historia, Felipe respondió según la lógica que nosotros también usaríamos para evaluar la situación, él dijo: “mmm a ver, tenemos tanto, hay tantas personas… Señor no nos alcanza, mejor mándales a su casa.” En mi corta vida de ministerio he escuchado esto muchas veces: “mejor no hagamos nada”.
Pero creo que el punto principal de esta historia no está en la pregunta de Jesús ni en la respuesta de Felipe, sino en la razón de la pregunta: “Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer.”

La mirada nuestra debe estar en las acciones de Jesús no en las posibilidades humanas ni en los problemas. El Señor sabía qué iba a hacer, tenía un plan, un milagro en proceso; pero quería saber que pensaba Felipe. Bueno ahora tú me dirás: “¿acaso Jesús no sabe todas las cosas?”, la respuesta es sí. Pero él quería que todos nosotros sepamos lo que hay en el corazón y pensamiento de un hombre común y corriente como Felipe o como tú. Él quería revelar lo que nosotros pensamos según nuestras fuerzas, para demostrarnos que Él se maneja con otros sistema de cálculos, con otras reglas, la de los milagros, la de derramar bendición a aquél que necesite, la regla del cielo. Por eso antes de criticar piensa: ¿y si la pregunta me la hiciera a mí?, siempre que tenga un problema ante mí debo recordar este versículo 6 de Juan 6: “Él tiene un plan, Él sabe que hacer, puedo confiar en eso”.

lunes, 17 de septiembre de 2012

¿Por qué no?


He pedido a Dios que me ayude en ciertas ocasiones, le he rogado que me libre de algunos problemas y he pedido algo en particular, pero; como si el cielo estuviera en mi contra se me cierran las puertas, todo me sale mal; el dinero no me alcanza y lo poco que tengo parece que se me pierde.

Y es ahí cuando surge la pregunta: “¿Por qué no?, ¿Por qué Dios no me responde?. Y la verdad es que muchas veces no recibo una respuesta de Dios porque estoy pidiendo como “nene caprichoso” y no estoy atendiendo a lo que Él me quiere enseñar.

La oración es uno de los más grandes milagros que podemos disfrutar día a día. El simple hecho de poder hablar con Dios ya lo es. Pero a veces usamos la oración como el “call center” de una pizzería o cualquier otro negocio con servicio a domicilio. Llamamos, pedimos, damos las instrucciones de cómo “queremos las cosas” y colgamos.

En lo personal creo que Dios, a veces, nos pone en situaciones de aprieto para que pensemos si el problema no está en nosotros. Miren esto:

Hageo 1:6  Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto.
1:7  Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad sobre vuestros caminos.

¿No te suena conocido este episodio?, ¡sí, es mi vida y la tuya!. Parece que nada nos satisface, parece que siempre nos falta, parece que no avanzamos y es porque no estamos viendo cómo andamos. Dios nos ama tanto que quiere guiarnos a los mejores pastos, pero nosotros como tercas ovejas o “borregos”, diría yo; nos descarriamos sin mirar para dónde vamos. Es cuando Dios comienza a llamar nuestra atención y nos dice: “medita, piensa, examina tu camino”. No culpes a otros, no arrojes piedras al cielo, mira si el problema no está en ti antes de acusar a los demás o quejarte de Dios.

Una vez estuve en el centro de la ciudad de Quito en medio de un tráfico terrible, nos movíamos a 10 kilómetros por hora. Después de un rato observé que las personas del vehículo de adelante a cada instante me miraban, comentaban y volvían a mirar. Primero pensé que me conocían, luego pensé que hice algo malo; ya comenzaba a molestarme toda esta situación de que miren a cada instante. Hasta que al fin una de las personas sacó la cabeza por la ventana y me dijo: “señor sus luces están encendidas”. No me había dado cuenta que en algún momento puse las luces altas y estaba encandilando al de adelante. Yo me sentía molesto porque me miraban constantemente pero el problema era que yo les estaba molestando.
Hay algo que no está saliendo bien en tu vida, medita en tu camino. Puede ser que la respuesta esté en que  no estás haciendo algo bien. Puede que Dios quiere mostrarte un camino mejor. Llevarte a un lugar más seguro y lleno de bendiciones. Piensa en lo que Dios dice.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Consecuencias del pecado

Muchas veces pensamos que las consecuencias del pecado son visibles, el resultado de una mala decisión, como un embarazo no deseado, una enfermedad, traumatismos por un accidente por conducir borracho, etc. 

Es más, a veces pensamos que hasta que no aparezcan estas consecuencias, realmente no hemos pecado. Creemos que hay una línea de tolerancia, donde Dios soporta y soporta y soporta nuestra desobediencia, hasta que cansado se levanta y nos da un castigo. Pero esto está muy lejos de la verdad.

Las consecuencias del pecado son propias del pecado, es parte de él. Independientemente de la disciplina que Dios nos pueda dar. El pecado lleva consigo las consecuencias; si tengo relaciones sexuales fuera del matrimonio, lo natural es que pueda haber un embarazo o me contagie de alguna enfermedad. Si consumo alcohol puedo sufrir enfermedades por ello. Si apuesto voy a perder mi dinero, si como en exceso voy a engordar, no es un castigo de Dios, es el resultado de mis acciones.

Dios no te dio un hijo a los 17 años porque quiere castigarte. Un hijo es una bendición de Dios, la forma en que lo tienes puede ser la desagradable. Dios no te da SIDA porque andas de prostíbulo en prostíbulo, esa es una enfermedad que puedes tenerla hasta en un centro de salud, por no usar una aguja esterilizada. Las consecuencias son casi como la física y las matemáticas, son calculables, son parte de las estadísticas, puedes saber que dos más dos son cuatro y siempre serán así, si metes los dedos en los enchufes te va a dar corriente; no hay ningún misterio en eso.

Las consecuencias invisibles del pecado son: la pérdida de comunión, la pérdida de gozo, el estancamiento en la vida espiritual. La confusión en la vida, no saber qué hacer ni para dónde ir porque no tenemos la dirección de Dios, estamos solos y sin rumbo.

Lamentaciones 5:15  Cesó el gozo de nuestro corazón;
 Nuestra danza se cambió en luto.
5:16  Cayó la corona de nuestra cabeza;
 ¡Ay ahora de nosotros! porque pecamos.

El pueblo de Israel aprendió esto de la manera más dura, sus vidas llegaron a ser menos que pobres, su esperanza estaba agotada, su gozo había terminado y sus favores acabados. ¿por qué? Por el pecado.

Dios rechaza el pecado, cualquiera sea. Lo condena, hace arder su ira y su juicio viene sobre el pecador irremediablemente. Pero Cristo llevó nuestros pecados sobre sí y sufrió el castigo por nuestros pecados, para que nosotros seamos perdonados. Por eso Dios no nos castiga, sino que disciplina a aquellos hijos que han pecado nuevamente. El castigo cayó sobre Jesús y yo soy justificado.

Pero el pecado se manifiesta en la vida de todo aquel que lo comete. Examina tu vida, tu andar. ¿Tu vida no muestra gozo?, puede ser que estás cansado por todo y es porque no estás caminando con Dios, puede ser que no encuentras paz y no hay satisfacción en ti porque no dejas de amar al mundo. Si es así, confiesa tu pecado y camina a Cristo. Él te dará un nuevo caminar, una nueva dirección y traerá gozo a tu alma.