¿Te
has enojado con Dios alguna vez? Estoy más que seguro que sí, en algún momento
de tu vida te ha pasado; quizá no te diste cuenta pero las reacciones de tu
vida pueden mostrar cierto enojo o descontento. Yo debo confesar que sí me he
enojado y no porque Dios haya sido malo conmigo o no me haya atendido o me ha
hecho pasar por un mal rato, sino porque no entendía lo que Él quería hacer o
no aceptaba lo que Él deseaba para mí.
La principal
razón de enojo con Dios no es porque nos sentimos lastimados por Él, sino que
no nos gusta su plan y queremos seguir con el nuestro. A veces no aceptamos lo
que Dios quiere o está haciendo y nos rebelamos contra Él. Escuchamos las
mentiras del diablo que nos dice que Dios no es tan bueno y que no se preocupa
de nuestros intereses; “tienes derecho a dormir más, preocuparte por ti un poco
y no tanto por los demás; ¿trabajas tanto para dar tu dinero a la iglesia? En fin,
siempre hay pensamientos que se levantan contra Dios.

Bueno,
para terminar la historia, Dios perdonó al pueblo de Nínive y Jonás confronta a
Dios. Jonás no quería predicar a este pueblo porque esperaba que Dios los
destruyera, así que, dice la Biblia:
Jonás 4:1 Pero Jonás se disgustó en extremo, y se enojó.
Definitivamente
Jonás no sabía lo que estaba diciendo. Él conocía del amor y misericordia de
Dios, lo experimentó también, pero justamente su misericordia daba rabia a
Jonás. Jonás quería venganza, sangre corriendo por las calles, fuego cayendo
del cielo; pero sólo pudo ver una mañana tranquila de paz y escuchó cánticos de
alabanza a lo lejos. Jonás se moría de la bronca y arremetió contra Dios,
insolentemente le dijo:
Jonás 4:2 … ¡Ah,
Jehová!, ¿no es esto lo que yo
decía cuando aún estaba en mi tierra?
Por eso me apresuré a huir a Tarsis,
porque yo sabía que tú eres un Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte y de gran
misericordia, que te arrepientes del
mal.
4:3 Ahora,
pues, Jehová, te ruego que me quites la vida, porque mejor me es la muerte que la vida.
Hay
mucho para profundizar, pero sólo quiero que pienses en tu vida por un momento;
¿Estás enojado con Dios? ¿Es racional hacer eso? ¿Será que tu egoísmo o deseo
de hacer tu voluntad te ciega y no puedes ver la gracia y el amor de Dios?.
El enojo
contra Dios se revela en tu tiempo de oración, porque cuando no quieres orar es
porque no quieres hablar y quedar de acuerdo en qué harán juntos ese día y
solamente quieres hacer tu vida sin ayuda de nadie. Cuando dejas de pasar
tiempo a solas con Dios y no sabes muy bien por qué, quizás sea porque hay algo
en tu corazón que no concuerda con tu Señor y en cierto modo, de alguna forma
estás enojado con Dios. Examina tu corazón, mira dentro tuyo y, como dice el
apóstol Pablo: Quita de ti toda amargura, enojo, ira y todo aquello que te haga
rebelarte contra el plan perfecto de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario