lunes, 14 de noviembre de 2011

Mirar atrás


Hace unos días hablamos sobre los “3 segundos” que usabas para mirar por los espejos cuando manejas un automóvil y de los riesgos que corremos en detenernos a mirar más de ese tiempo. Pero, me quedé pensando en eso y les seré sincero fueron más de 3 segundos los que me detuve.

La nueva pregunta es: ¿no debo mirar atrás? Para algunos mirar atrás, a su antigua vida, a sus viejos pecados les es un tropiezo, miran hacia atrás para deleitarse y recrearse en lo que vivían y en sus pasiones. El apóstol Pablo decía: “olvidando lo que queda atrás”. Ciertamente es necesario mirar un poco al pasado porque si nos olvidamos de él posiblemente nos olvidemos de la gracia de Dios, de lo que Él ha hecho por nosotros.

Volviendo al ejemplo de conducir un vehículo y mirar hacia atrás, es realmente necesario para saber dónde estamos ubicados. Creo que por eso el Señor recordó a David: “yo te saqué, de detrás de las ovejas”.

Cuando no vemos de dónde nos sacó Dios, podemos caer en la irreverencia de creernos buenos, que merecemos algo más, de que somos dignos de tener cierta posición o privilegio, pasamos a ser autores de la obra, dueños y no obreros.

Dios dijo a Israel y también a nosotros:

Isaías 51:1  Oídme, los que seguís la justicia, los que buscáis a Jehová. Mirad a la piedra de donde fuisteis cortados, y al hueco de la cantera de donde fuisteis arrancados.

Nunca te olvides de donde fuiste tomado, nunca olvides quien te salvó, no caigas en la trampa del ministerio: “cuando piensas que lo que estás haciendo es tan importante que no volteas a mirar al que te salvó ni recuerdas de donde saliste”, Satanás es tan astuto que te mantiene ocupado en las cosas piadosas y te hace olvidar de qué eres en realidad: “un pecador redimido”.

Cuando esto ocurre, cuando te olvidas de dónde vienes, cuando no miras de dónde te sacó Dios, eres como la vaca que se olvidó que un día fue ternero. Te pones a juzgar a los demás por su inmadurez (según tú), sus hábitos pecaminosos, sus derrotas, sus fracasos, sus luchas, todo eso como si fuera que nunca te pasó a ti. Dices: “¿cuándo va a cambiar?” y no te acuerdas cuánto tiempo te demoraste tú.  

No recordar de donde nos sacó Dios, no mirar por un segundo, pero sólo por uno, atrás; te convierte en uno que no valora y menosprecia la gracia de Dios, alguien que no da el valor que tiene el perdón ni el precio que costó. No mates la gracia de Dios pensando sólo en tu camino. Mira de donde te sacó, compadécete de los que pasan por lo que tú ya pasaste, ama al débil, recobra fuerzas en la gracia de Dios, gracia que costó mucho para que tú puedas hoy transitar el camino de la vida. No te olvides que un día fuiste ternero.

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