Hace
unos días hablamos sobre los “3 segundos” que usabas para mirar por los espejos
cuando manejas un automóvil y de los riesgos que corremos en detenernos a mirar
más de ese tiempo. Pero, me quedé pensando en eso y les seré sincero fueron más
de 3 segundos los que me detuve.
La nueva
pregunta es: ¿no debo mirar atrás? Para algunos mirar atrás, a su antigua vida,
a sus viejos pecados les es un tropiezo, miran hacia atrás para deleitarse y
recrearse en lo que vivían y en sus pasiones. El apóstol Pablo decía: “olvidando
lo que queda atrás”. Ciertamente es necesario mirar un poco al pasado porque si
nos olvidamos de él posiblemente nos olvidemos de la gracia de Dios, de lo que
Él ha hecho por nosotros.
Volviendo
al ejemplo de conducir un vehículo y mirar hacia atrás, es realmente necesario
para saber dónde estamos ubicados. Creo que por eso el Señor recordó a David: “yo
te saqué, de detrás de las ovejas”.
Cuando
no vemos de dónde nos sacó Dios, podemos caer en la irreverencia de creernos
buenos, que merecemos algo más, de que somos dignos de tener cierta posición o
privilegio, pasamos a ser autores de la obra, dueños y no obreros.
Dios
dijo a Israel y también a nosotros:
Isaías 51:1 Oídme, los que seguís la justicia, los que
buscáis a Jehová. Mirad a la piedra de donde fuisteis cortados, y al hueco de
la cantera de donde fuisteis arrancados.
Nunca
te olvides de donde fuiste tomado, nunca olvides quien te salvó, no caigas en
la trampa del ministerio: “cuando piensas que lo que estás haciendo es tan
importante que no volteas a mirar al que te salvó ni recuerdas de donde saliste”,
Satanás es tan astuto que te mantiene ocupado en las cosas piadosas y te hace
olvidar de qué eres en realidad: “un pecador redimido”.
Cuando
esto ocurre, cuando te olvidas de dónde vienes, cuando no miras de dónde te
sacó Dios, eres como la vaca que se olvidó que un día fue ternero. Te pones a
juzgar a los demás por su inmadurez (según tú), sus hábitos pecaminosos, sus
derrotas, sus fracasos, sus luchas, todo eso como si fuera que nunca te pasó a
ti. Dices: “¿cuándo va a cambiar?” y no te acuerdas cuánto tiempo te demoraste
tú.
No recordar
de donde nos sacó Dios, no mirar por un segundo, pero sólo por uno, atrás; te
convierte en uno que no valora y menosprecia la gracia de Dios, alguien que no da
el valor que tiene el perdón ni el precio que costó. No mates la gracia de Dios
pensando sólo en tu camino. Mira de donde te sacó, compadécete de los que pasan
por lo que tú ya pasaste, ama al débil, recobra fuerzas en la gracia de Dios,
gracia que costó mucho para que tú puedas hoy transitar el camino de la vida. No
te olvides que un día fuiste ternero.
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