Hoy se acaba este año, quizá muchos de nosotros hemos hecho algún tipo
de balance general de todo lo que nos pasó, separando lo bueno de lo malo,
sacando ganancias y pérdidas. Tal vez te fue bien, quizás no, pero casi todos
se ponen un poco sensible hoy. Con nuevas esperanzas y proyectos para el año
que comienza, con nuevas propuestas y nuevos desafíos: “este año voy a ser
mejor”, “voy a hacer dieta”, “voy a leer más mi Biblia”, “voy asistir a la
iglesia” y otras muchas promesas. Que a veces terminan en sólo simples deseos y
augurios de una tarjeta de fin de año.
Dirás que soy un amargo o pesimista, pero en realidad es sólo un cambio
de día en el calendario, el resto de la vida sigue igual, no cambia porque
cambiemos el último dígito en nuestros años. Tus problemas siguen ahí, los líos
de la familia, tu falta de dedicación a las cosas de Dios, aún ese pecado que
te asedia seguirá ahí.
No quiero desanimarte, a mí en lo personal, me encantan estas fechas;
Navidad y año nuevo son muy especiales y emotivas, puedo ver a mi familia,
pasar un tiempo especial, recordar el nacimiento del Salvador y pensar en todo
lo que podremos hacer el próximo año. Y al igual que tú, también hago un
balance de este año. Pero ¿Cuál es la postura que debemos tomar? ¿Quemar un
monigote diciendo que es el año viejo y que ahí están todas aquellas cosas
malas para comenzar un año nuevo?, ¿Comer 12 pasas de uvas y pensar en deseos
buenos para el año que comienza?, ¿Abrazar al pariente con el cual estuve todo
el año peleado y suponer que se solucionaron las cosas con ese abrazo mágico?. No
definitivamente no.
Como hijos de Dios tenemos cosas mejores, vivimos un mundo diferente al
resto, mientras todos viven según sus supersticiones y deseos vanos, el hijo de
Dios vive por fe. Hasta lo malo de este año que pasó no es tan malo porque por
medio de la prueba pudiste crecer y conocer más a Dios, o a ti mismo viendo lo débil
y cuanto necesitas de Dios o lo fuerte y maduro que te has vuelto, porque en
otro momento no habrías salido de esa.
Al comenzar otro año se me vienen algunos versículos a la mente como:
Mateo 6:31 No os afanéis, pues,
diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?
32 Porque los gentiles
buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis
necesidad de todas estas cosas.
33 Mas buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán
añadidas.
34 Así que, no os
afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a
cada día su propio mal.
Santiago 4:13 ¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana
iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos;
14 cuando no sabéis lo que será mañana. Porque
¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de
tiempo, y luego se desvanece.
4:15 En lugar de lo cual deberíais decir: Si el
Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.
Constantemente nos preocupamos de nuestro futuro, el mundo consulta
hasta una farsante vestida de gitana para ver si le dice que va a pasar. Constantemente
estamos convencidos de que tenemos todo claro, y que nuestros proyectos son los
mejores, que nuestra vida y triunfo está asegurada en nuestros planes. Pero pocas
veces preguntamos a Dios cuál es su plan y si podemos ser parte de él.
Si quieres un consejo para este año que comienza te doy estos:
-
No comas ansias antes de tiempo. No te preocupes por
lo que aun no llega.
-
Busca a Dios, encuéntrate con Él, aviva tu comunión con
Cristo.
-
Lo malo que ya pasó déjalo a tras, ya no puedes
cambiarlo.
-
Busca el plan de Dios, qué quiere hacer en tu
comunidad, iglesia y familia.
-
Únete al plan de Dios, no hagas tus propios planes
sino acóplate a lo que Dios hace.
-
Encomienda a Dios tu futuro, ora por tus proyectos, pregúntale
a Dios si eso es lo bueno que hagas y si te apoyará.
-
Ríndete a la voluntad de Dios y prepárate para ver
cambios y ajustes en tu vida.
-
Dedica a Dios este año, entrégale a Él el control de
tu vida y verás su paz.
No hay una receta general para una vida con éxito, porque todos somos y
vivimos vidas diferentes, pero si hay una receta para el fracaso en tu vida y
es: “dejar a Dios a un lado”.
Recuerda: “los hijos de Dios no somos personas con un problema, sino con
un propósito” busca el propósito para este año y tómalo de la mano de Dios.
Unos últimos versículos para que lo pienses:
Eclesiastés 12:13 El fin de todo el discurso oído es este: Teme
a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.
Proverbios 16:3 Encomienda a Jehová tus obras,
Y tus pensamientos serán afirmados.