domingo, 20 de noviembre de 2011

Creer o no creer, esa es la cuestión


Es interesante como somos los seres humanos, nuestra mayor tendencia es a desconfiar, a no creer. Quizá porque tampoco somos fieles y veraces en lo que decimos, quizá porque prometemos sabiendo que no lo vamos a cumplir, o que no esperamos que nos crean.

Pienso que muchas veces reaccionamos a lo que nos dicen los demás, porque pensamos que si nosotros estuviéramos en esa posición no lo haríamos sinceramente. Bueno, estoy especulando, no quiero decir que todos hacemos eso. Pero piensa un poco, cuando das una buena noticia a alguien, la gran mayoría dice: “¡no te creo!, ¡mentira!”.

Es curioso que pensamos lo mismo de Dios, cuando Él nos dio por anticipado un aviso y llega el momento no lo podemos identificar ni creer. No digo que no creemos en Dios sino que no le creemos a Él. Cuando estamos ante una promesa cumplida, ante una gran bendición llegamos a dudar hasta de dónde proviene.

Una vez di una ofrenda a un hermano que estaba pasando por una necesidad, realmente Dios movió mi corazón a hacerlo; y cuando se lo di me dijo: “¿y esto, para qué es?, no lo puedo aceptar, no hace falta.” Es increíble, Dios estaba proveyendo para sus necesidades y él se negaba a creer que era de parte de Dios. Pensaba que era por lástima o por compromiso, me persuadía a que le prestara el dinero en vez de que se lo ofrendara. ¿No somos así todos? Dudamos tanto de los demás que no podemos esperar algo gratuito o por amor, siempre pensamos que hay alguna razón escondida.

Los discípulos del Señor Jesús habían escuchado por mucho tiempo que Él sería entregado, muerto y que resucitaría al tercer día, pero la Biblia se encarga de aclarar que ellos no entendieron. Ellos decían: ¡qué lindo! Hace tantos milagros que puede resucitar, pero en realidad no creían que tal cosa sucedería.

Mar 16:11  Ellos, cuando oyeron que vivía, y que había sido visto por ella, no lo creyeron.

De pronto entra en la escena una mujer agitada, casi sin palabras, tanto por el cansancio de haber corrido con la noticia como por la emoción, al contarles lo que sabía, que Jesús había resucitado, no le creyeron. Era todo muy reciente, todo muy traumático. Uno de ellos lo traicionó, el otro le negó, otro estaba todo el tiempo cerca pero no pudo rescatarle. Todos los que decían amarle escaparon. Era demasiada la culpa y el sentimiento de fracaso como para creer en esas cosas. Nosotros prometimos mucho y le fallamos, nadie cumple sus promesas. ¿Cómo crees que haya resucitado? Mujer, estás muy afligida por todo, muy estresada, no dormiste bien y estás alucinando. No te creemos.  

A través de la Biblia que Dios jamás juzgó el miedo del hombre, porque es natural en nosotros, pero sí la falta de fe, la duda. No creer en Dios, en lo que Él dice, no creerle a Él, eso sí es pecado. Dios te dice: “no temas, yo estoy contigo”. Te dice: “ten ánimo, confía”. Te exhorta: “cree en mí, no dudes”.

Quizá estás pasando por momentos en los que te cuesta creer que Dios está obrando, quizá te cueste ver la mano de Dios detrás de todo esto. Pero no dudes, créele a Dios, no decaigas en tu fe. No te olvides que Él es Dios; que es capaz de hacer todo de la nada. No pienses que Él hará las cosas como tú, no hará las cosas a medias sino perfectas, así como Él es.

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