domingo, 25 de diciembre de 2011

El día “D”


Me he puesto a pensar en qué ocurrió el día siguiente a Navidad, o sea, al nacimiento de Jesús. ¿Qué pasó con los pastores? ¿Con el mesonero? ¿Con las familias de ellos? Me imagino que ellos habrán ido corriendo a sus casas y contar lo que vieron, sobre todo lo de los ángeles irrumpiendo en la noche tranquila dando tal anuncio. ¿Pudo haber continuado la vida igual? Imagínate por un momento si estuvieras allí. Un ángel se te aparece y te dice:

Luc 2:10  … No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo:
11  que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.
12  Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre.
13  Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían:
14  ¡Gloria a Dios en las alturas,
 Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!

Ahora llegas al establo y lo encuentras tal cual como te lo dijo, y dices: “Este es el Mesías que tanto esperábamos”. Pero luego ¿Simplemente te vas?, ¿continúas con tu tranquila vida pastoril?. No sé tú, pero a mí me hubiera resultado difícil volver a vivir como antes sabiendo que ese niño es el Mesías, quedaría cerca para verlo crecer y estar a su lado.

Según la Biblia por los menos dos años más vivieron José y María en la ciudad, hasta que llegaron los reyes del oriente (eso de que llegaron la misma noche del nacimiento con los regalos es mentira, por las dudas, no te lo creas. Es sólo para poner una linda escena del nacimiento bajo el árbol). Así que los pastores y sus familias, los del mesón y los vecinos que se enteraron que el que nació en el establo era el Mesías de Israel.

Pero la Biblia no dice nada al respecto, así que me queda sólo pecar por especular. ¿Será que se olvidaron de Él?, ¿Será que verlo tan pequeño, tan indefenso, hizo que el razonamiento pueda más que la fe y digan: “sólo fue coincidencia”?.  Toda esa noche de excitación espiritual, toda esa emoción de ver la promesa cumplida a Israel, se fue disipando, todo terminó pocos días después.

Aunque si vemos bien, no somos diferentes a los pastores, y esas personas, porque luego de “las fiestas”, de las actividades en la iglesia, la cena familiar, recordar el nacimiento, etc. Todos volvemos a nuestro diario vivir y la navidad, Jesús y el cumplimiento de las profecías pasan a ser una actividad más. Lindo el brindis pero después todo se disipa. No somos muy distintos.

Quisiera que el “espíritu de la navidad” no sea sólo navideño, sino todo el resto del año, y lo digo por mí mismo. Que cada día que me queda en esta vida la viva como viendo al Mesías, contando a otros que Él vino al mundo, que nos ama y que nos quiere salvar.

La verdad es que son puras especulaciones mías, pero es muy común en el hombre olvidarse de las cosas después de lo sucedido. El día “D” existe, siempre hay un día depués y sólo recordamos una fecha y no vivimos la razón del evento. Vuelvo a repetir, hablo por mí, pero puedo ver lo mismo en los diez leprosos que fueron sanados años después, en once discípulos que regresaron al mar a pescar. Yo quiero ser como el gadareno que no sólo rogó por quedarse con Jesús sino que al recibir el mandato de ir y contar a su familia, no fue a su casa solamente sino a Decápolis.

Que navidad no tenga un día “D” en ti, sino que sea un vivir continuo anunciando al mundo que Jesús ya nació. ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz y buena voluntad a los hombres! Jesús es el Salvador.

No hay comentarios:

Publicar un comentario