La juventud se caracteriza por la falta de
temor. Ser temerario, un atrevido, arriesgarse a más. Ser joven es sinónimo de
fortaleza, de vigor. Nos devoramos el mundo porque tenemos toda una vida por
delante.
Pero en la realidad actual hay muchos jóvenes que viven atormentados
por sus miedos y son condicionados a vivir bajo un estilo y forma que en realidad
no planearon y mucho menos quieren. Viven bajo estigmas, mascaras y maquillajes de
personajes de fantasía, soñando con algún día encontrar un sitio para ellos, un
lugar en este rompecabezas, un hogar donde sentirse libre y sin presiones.
El ideal de vida se transforma en una utopía,
un sueño pintoresco del que nos hablaron cuando éramos niños y así como papá
Noel y los reyes magos, en realidad no existía.
Pero la desdicha tiene sus ventajas, nos hace
vivir incómodos en este mundo y nos empuja a buscar un rumbo quizá nuevo para
muchos, que lamentablemente si no lo encontramos pasamos al montón de los que
buscaron y se terminaron conformando al resto.
“no
tengan miedo de ser lo que son, porque, llega un momento en que el hombre deja
de ser lo que quiere ser, para pasar a ser lo que la gente quiere y ese es el
peor error que comete el ser humano”
Los jóvenes no son tontos, no son necios y no
son infructíferos. Los jóvenes sienten, piensan, sueñan y temen. El miedo es
parte de la vida y a veces nos impulsa al cambio y otras nos paraliza. Enfrentar los temores nos ayuda a reconocer
nuestras debilidades y fortalezas, quizá a vislumbrar alguna forma de cambiar
la situación y encontrar un escape, una guía, un rescate a lo que nos rodea y
presiona hoy.
Temor al presente – que dirán, como me ven,
que tengo
Temor al futuro – desconocimiento,
desconcierto, desaliento
Temor al pasado – no viví bien, me falto algo,
no lo hice.
Pero Dios te dice:
Isaías 41:10 No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.
Isaías 41:13 Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo.
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