jueves, 12 de enero de 2012

Una buena ducha

¿Te gusta ducharte?. El hecho de haber vivido en varios países me ha mostrado que tenemos diferentes costumbres aun en la ducha. En Argentina por lo general, algunas personas se bañan en la tarde, aunque en mi provincia, Misiones, por el calor llegamos a hacerlo varias veces al día. En otros lugares como Ecuador, la costumbre es en la mañana, ellos no pueden entender “cómo puedes salir de tu casa al trabajo o escuela sin haberte bañado”, y mi respuesta es: “el desodorante bueno es todo”. En algunos lugares se bañan con agua fría, en otros con agua caliente, en tachos o baldes, en tinas, en duchas, con una manguera en el patio del fondo, en fin; la ducha es un evento tan partículas como las personas mismas.

Hay personas que detestan la ducha, como los gatos y otros que podríamos pasar horas bajo ella. Existen aquellos que se dan una buena ducha en cuestión de pocos minutos y otros como yo que menos de 10 sales sucio. Pero cada uno tiene una razón para estar allí, sí, obvio que es por higiene. Pero ¿qué pasa cuando te bañas?, en que piensas, donde va tu mente. ¿Cantas?, ¿Sueñas?, ¿Recuerdas tu infancia?, ¿Planificas tu día?, ¿Repasas la clase que debes tomar?, ¿Ideas tu artículo del blog?. A mí me permite soñar un poco, creo que las mejores ideas que he tenido vinieron del baño, sí, aunque te cause risa, es de ahí donde puedo reflexionar mientras me baño y planifico ciertas cosas para el día o ministerio. Oro, pienso en las cosas que Dios ha hecho y es como mi pequeño espacio donde por los pocos minutos que estoy ahí nadie me molesta. Si suena el teléfono: “estoy en el baño”, si vienen a visitarnos: “espera un momento está en el baño”, es como si fuera tu pequeño escape.

A veces necesitamos espacios o momentos en los cuales podamos estar a solas para pensar y ordenar nuestras ideas, donde podamos, como dice Mark Gungor “entrar en la caja de la nada”; y en lo personal no creo que alguien se quede en blanco sin pensar en nada, sólo que no pensamos en cosas trascendentales y básicas como para compartirlas, divagamos en las ideas y cuando nos pregunten ¿en qué piensas? La respuesta más inmediata es: “en nada”. Pero pienses en algo o en nada, el hecho de tener tu tiempo a solas es importante.




Si queremos sacar mayor provecho a esto de salir de este planeta por unos minutos es buscar algo realmente importante o significativo que puedas hacer en esos minutos a solas. Porque también puede ser un espacio para malos pensamientos, planear una venganza, aumentar tu rencor contra alguien. La idea de que puedas estar a solas es justamente para que hagas algo productivo, medites, pienses en cómo llevaras tu día, qué cambios hacer para que las cosas mejoren, o piensa en la forma de pedir perdón, perdonar o arreglar las cosas con alguien que estás disgustado.

Como te dije, las mejores ideas que he tenido muchas veces vinieron en la ducha. Es mi tiempo para preguntarle a Dios qué quiere que yo haga. No pienses que vas a encontrar a Dios en un lugar específico como la iglesia, un templo, o en la mesa antes de las comidas. Dios está en todo lugar, hasta en el baño. Dios puede atenderte en cualquier momento, aun cuando te estás duchando. Él espera, desea que nos encontremos a solas cada mañana; que le preguntemos cosas, que le contemos cosas; lo que sientes, lo que quieres, lo que amas, lo que te molesta. Quizá pueda ayudarte; quizá tiene en su mano lo que tú quieres pero está esperando que se lo pidas.

El apóstol Pedro dijo al Señor Jesús: “¿a quién iremos?”. ¿Es Dios tu primera opción al momento de buscar soluciones en tu vida?, ¿Cuándo necesitas una buena idea?. Lamentablemente para muchos es la llanta de auxilio, la última opción. No vayas a buscar baratijas cuando tienes el tesoro más grande del mundo a tu disposición, ¿no es Dios suficiente para ti?. Sólo Él tiene lo mejor para tu vida.

Juan 6:67  Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros?
68  Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.
69  Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

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