viernes, 13 de enero de 2012

Se me olvidó

No lo puedo creer, hoy después de bañarme tenía en mi mente dos ideas buenísimas para el blog. Pensamientos muy buenos, hasta con versículos bíblicos, pero después entre una cosa y otra, se me olvidó.

Bueno, creo que es genérico, típico de los hombres olvidarnos casi de todo. Si es cierto eso de que los hombres sólo usamos cierta parte del cerebro y el resto está casi intacto, es quizá porque olvidamos donde dejamos las llaves de esa área.

Esto me hace acordar que hace unos años, tuve un periodo de olvidos continuos, ya estaba llegando al borde del colapso porque me levantaba como 6 o 7 veces, en las noches, para ver si dejé la puerta cerrada, la luz apagada, etc. Así que comencé a repetir en voz alta lo que hacía antes de ir a dormir y no levantarme, ejemplo: “apagué la luz del baño”, “cerré la puerta con llaves”, “las llaves dejé en la mesita del pasillo”. Sí, estaba medio loco. Pero después de un tiempo se me pasó, bueno eso creo; la verdad ya no me acuerdo.

Yendo un poco a nuestra vida espiritual, creo que Dios nos conoce muy bien en esa área. Él dejó claras instrucciones de cosas que debemos hacer y las repite muchas veces para que no nos olvidemos de ellas. Como por ejemplo la Cena del Señor. Dijo: “hagan esto en memoria de mí”, quizá porque si no lo recordáramos cada domingo, pronto lo dejaríamos olvidado sobre una alacena o el televisor; sí, como algunos dejan la Biblia sobre un mueble y lo recogen el domingo, le quitan el polvo y lo llevan a pasear a la iglesia.

Sal 88:12  ¿Serán reconocidas en las tinieblas tus maravillas,
 Y tu justicia en la tierra del olvido?


Este pasaje nos habla de la tierra del olvido. ¿Será reconocido la justicia de Dios en la muerte? No, esa es la respuesta a esta pregunta retórica. Tenemos esta vida para recordar y engrandecer la gracia y justicia de Dios. Te alabaré mientras viva, ¿te suena?, es ahora cuando debemos estar recordando la Palabra de Dios, recordar de dónde nos salvó, a dónde nos lleva y la esperanza gloriosa de que estaremos en su presencia por la eternidad.

Tú y yo debemos repetirlo en voz alta como locos lo que Dios ha hecho. Lo que nos promete, para que no nos olvidemos de su misericordia, de su gracia y amor. Hoy haz un recuento de todo lo que te ha dado y verás cuan bueno ha sido contigo y cuanto te ama. Yo lo haré por mi parte.

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