miércoles, 11 de enero de 2012

¿Bailamos?

¿Has escuchado la frase: “me tocó bailar con la más fea”? bueno es una expresión para decir que te tocó la peor parte.

Hoy quiero presentarte a la dama más apasionada, llena de fuego, fuerza y de esplendida figura; con una sonrisa abierta, de labios rojos; ojos seductores y mirada cautivante. Su aroma inunda la habitación, sus manos suaves se desliza por tu hombro y susurra a tu oído: “¿Bailamos?”

No puedes resistirte, ella te atrae y te envuelve, no te deja opciones y cuando menos te das cuenta estás en medio de la pista, bajo las luces de colores, siguiendo el ritmo de una música que sabes que te va a matar, no puedes dejar el compás, no puedes dejar de sentir la palpitación en tu alma y todo, todo gira sin parar. No sabes como hacer para decirle que se detenga, cada vez que intentas hablar, ella coloca un dedo en tu boca y te dice: “una pieza más, está es la mejor” e hipnotizado sigues hasta que caes desmayado.

¿Puede ser esto posible?, sí, ella es nuestra querida y amada dama de rojo; “la Ansiedad”. Tiene el control de las acciones y la vida de cualquiera que se pone en su camino. Avanza segura, sin miedo, sabe que va a ganar. Llega de repente, pero siempre ha medido sus pasos, cada movimiento está milimétricamente programado. Y es hermosa, ¡ah! Claro que sí, nadie puede resistirse a ella, es como una droga que entra por los ojos y llega al corazón, quieres volver a ella una y otra vez, no puedes dejar de bailar su pieza favorita: “la desesperación”.

Tiene una amiga, que por lo general se queda contigo cuando ella se va, su amiga es quien te habla al oído cuando la música para, te acompaña en el camino de regreso a casa y en tus momentos de soledad. “Frustración” es su nombre, aunque no te cae bien, es ese tipo de personas que no puedes evitar, que aunque no quieras terminas hablando y dándole de tu tiempo. Escuchas su voz hasta que por fin caes dormido, eso si es que ella, Frustración, te deja dormir.

La Ansiedad es como esa mujer mítica que seduce con sólo una mirada y que nadie puede resistirse, sabes que es peligrosa, que te hará daño pero sigues sus pasos.

Siempre nos toca bailar con ella. Pareciera que tanto hombres como mujeres terminamos en sus brazos. La Ansiedad es casi parte de nuestro día a día. Es la reacción natural de nuestro organismo ante los conflictos o posibles amenazas. Genera cambios en nuestro metabolismo y conducta. Provoca sudoración, palpitación acelerada, tartamudeo, somnolencia y problemas gástricos. Aumenta la presión arterial y hace que todo en la vida parezca no tener futuro. Ese es su ritmo, así te hace bailar.

Ante circunstancias nuevas, difíciles o problemas que resolver, casi siempre toma el control de nuestras vidas. Y por lo general, somos nosotros mismos los que la buscamos y optamos por bailar con ella. Sí, me entendiste bien, nosotros la buscamos. Ella está ahí, en la barra, esperando que nos acerquemos, quizá simplemente a pedir algo al barman, y cuando estamos coqueteando con ella comienza su show.

La pregunta es: “¿es pecado estar con ansiedad?”. Hay que hacer una diferencia entre ansiedad natural y patológica. Porque a mi parecer sí hay una gran diferencia y una de ellas puede traer aparejada ciertas conductas que son pecaminosas. Pueden llevarte a pecar.

La ansiedad patológica es un trastorno producido por la ansiedad, son aquellas fobias o miedos que son inevitables e incontrolables para el que las sufre. El trastorno va más allá de su voluntad y es permanente en la persona. Por ejemplo el miedo a las arañas. Para las personas que tienen aracnofobia, el simple hecho de escuchar hablar de ellas, las lleva a un estado de ansiedad incontrolable.

La ansiedad natural es el mecanismo de defensa que tenemos ante lo desconocido, nos eleva los niveles de atención y anula algunos sistemas para que estemos listos para enfrentar una lucha o escapar del peligro.

A mi punto de vista, es aquí donde podríamos pecar, en la ansiedad natural, es algo de corto plazo que podemos controlar. Pero que muchas veces no queremos hacerlo, dejamos que la ansiedad tome el control de nuestras emociones y decisiones, nos dejamos llevar por ella y después argumentamos que no pudimos hacer nada, y en el danzar con ella, pudimos haber cometido errores, lastimado a otros y haber ofendido a Dios.

Como cualquier persona estamos sujetos a las emociones, podemos experimentar ira, enamoramiento, felicidad, estrés y ansiedad. Es parte de nuestra naturaleza. La ansiedad es una reacción del cuerpo. El punto es cómo reaccionamos ante ella. Si nos dejamos controlar, manejar o paralizar ante la ansiedad. Si determina nuestras decisiones, conducta y salud. La ansiedad en el cristiano debe ser un accidente, la reacción natural ante un evento pero no una constante. No podemos vivir con ansiedad, no podemos ser controlados por un sentimiento de angustia cuando tenemos el poder de Dios a nuestra disposición.

1Co 9:26  Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire,
1Co 9:27  sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.

El Espíritu Santo de Dios producirá frutos en nosotros, esos frutos nos ayudan a vivir con fe o en la fe, nos dan confianza y seguridad en Dios. Una de los frutos es el gozo, la paz, el dominio propio. Estos frutos nos ayudan a vivir sin ansiedad. Controlar nuestros pensamientos y sujetarlos a Cristo, vivir con ánimo y tranquilidad confiando en que Dios tiene el futuro y cada situación en sus manos. Esto nos hace vivir sin ansiedad.

El pecado de la ansiedad
Charles Stanley dijo: “la ansiedad es la incredulidad disfrazada de emoción”

El problema con las emociones, es cuando cualquiera de ellas toma el control en nuestra vida y nos aleja de Dios, nos hacen ver a nosotros mismos o nuestros problemas como lo más importante y Dios queda a un lado. Nos centramos en la ansiedad y dejamos de confiar en Dios. La falta de fe, la duda son pecado. La ansiedad es justamente eso, una reacción ante lo desconocido, pero conociendo el poder de Dios, sabiendo que Él nos ama y nos puede ayudar, vivir en ansiedad, es despreciar la ayuda de Dios y aferrarnos a nuestros sentimientos.

Decimos: “yo soy así, no puedo cambiar”. Bueno justamente de eso se trata, cuando hay áreas en nuestra vida que no podemos controlar o  manejar, es Dios quien debe tomar el control, trabajar en nuestra vida y mostrar su milagro y gracia. Al negarnos al trabajo que Dios quiere hacer en nosotros, al decir: “no, yo voy a hacerlo solo”, al pensar en que nadie puede ayudarnos, ni siquiera Dios, estamos pecando de incredulidad. Nos excusamos detrás de la ansiedad pero en realidad es falta de fe, es no querer que Dios obre, no nos queremos exponer al cambio y obra de Dios. Nos da miedo a que resulte el plan de Dios y me saque de mi estado actual.

Algunas personas aman el pecado de ansiedad, se sienten cómodos con el trastorno emocional, es como una droga, los hace vivir al límite, hace que sean el centro de atención de la familia, hacen que otros vivan preocupados por ella, y consiguen su objetivo de que otros solamente vivan para ellas. Entonces podemos decir que la ansiedad no es sólo falta de fe o confianza en Dios, sino también, egoísmo, egocentrismo y autodestructivo.

También es pecado porque hace vivir en mentira. Las personas ansiosas viven una mentira, un hecho que aún no ha sucedido. Viven catástrofes que no pasan y exageran las situaciones simples. La mentira es necesaria para justificar su ansiedad y la exageración hace creíble ese estado. Para que otros acepten su ansiedad.

John Mason dijo: “el temor y la preocupación son intereses que usted paga con anticipación sobre algo que quizá nunca tenga”

Un proverbio sueco dice: “la preocupación hace que algo pequeño dé una gran sombra”

Yo digo: “la gallina hace demasiado escándalo, pone un huevo pero grita como si puso un elefante”

Por último, es pecado porque nos hace vivir en desobediencia a Dios:

Salmo 55:22  Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará;

1Pedro 5:7  echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.

Filipenses 4:6  Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.

“La preocupación es el triunfo del temor sobre la fe”

La solución
Una persona siempre ve su sombra más grande cuando está de espalda al sol. Si usted no está mirando a Cristo no espere ser libre de la ansiedad. Para vivir sin ansiedad debemos mirar atentamente a las cuatro bases de nuestra fe:
1-    Comunión con la Palabra de Dios: no es posible creer a Dios si no sabemos lo que Él dice. Leer la Biblia es básico en nuestra vida y comunión con Dios, nos da seguridad en lo que Dios promete y nos permite ver cómo Dios ha actuado en el pasado. Aumenta nuestra fe.
Salmo 119:25  Abatida hasta el polvo está mi alma;
 Vivifícame según tu palabra.
26  Te he manifestado mis caminos, y me has respondido;
 Enséñame tus estatutos.
27  Hazme entender el camino de tus mandamientos,
 Para que medite en tus maravillas.
28  Se deshace mi alma de ansiedad;
Susténtame según tu palabra.

2-    Oración diaria: no estamos hablando de orar cuando tenemos problemas, justamente ese es el problema, muchos comenzamos a orar cuando tenemos problemas, cuando ya se nos acaban los recursos vamos a Dios. Pero una persona que tiene una vida de oración está preparada para enfrentar situaciones adversas. Vive en dependencia de Dios y puede entender mejor los planes de Dios, porque ve su obrar día a día.
1Pedro 5:7  echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.

Busque un tiempo de oración, tome un lista de motivos propios y ajenos, haga una rutina, aunque al principio no vea resultados, aunque sienta igual la ansiedad siga adelante, cada día usted tomará una actitud de dependencia en Dios y podrá estar más seguro de que Él obrará en su vida.

3-    Comunión con otros: es importante que gaste tiempo con otros creyentes que puedan ser de influencia positiva para usted, que le ayude a crecer, que viendo sus experiencias puedan traer confianza a la suya, que puedan orar juntos y aconsejarle. Realice actividades deportivas o caminatas. Preocúpese por otros, visite y ofrende a personas necesitadas. La ansiedad hace que usted se centre en sí misma, pero cuando ve a los demás y sus necesidades, verá que hay muchas otras personas con problemas y que usted puede ser el instrumento de Dios para solucionarlo.
1Juan 3:16  En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.
17  Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?
18  Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.

4-    Tenga una actitud positiva: domine su estado de ánimo, no se deje manejar por la ansiedad ni la preocupación, controle sus emociones. Aunque parezca difícil usted tiene al Espíritu Santo quien puede ayudarle, el dominio propio es uno de sus frutos. Busque motivos para estar agradecido a Dios, piense en todas las cosas buenas que tiene, en los talentos que Dios les dio, en la oportunidad de ayudar a otros. Haga una lista de cosas que son buenas y favorables en su vida, si no puede hacerla solo, busque a un hermano que le ayude. Lea Salmo 103 anote los motivos para alabar a Dios.
Proverbios 18:14  El ánimo del hombre soportará su enfermedad;
 Mas ¿quién soportará al ánimo angustiado?

Bailar con la ansiedad puede llegar a matar tu espíritu, te desgastas en una pista que no te lleva a nada, te quita el sueño y la energía. Te hace ver fantasmas y creer que Dios no está a tu lado. No somos personas con un gran problema, somos personas con un Dios grande.


No hay comentarios:

Publicar un comentario