lunes, 7 de noviembre de 2011

Amores que matan 2


El amor al mundo se puede traducir también en las cosas que ama el mundo. Quizá puedas decir, yo amo a Dios; no soy un carnal ni mundano, voy a la iglesia, leo mi Biblia y ofrendo. No puedo creer que pienses que amo al mundo. Miremos lo que dice Dios:
1Jn 2:15  No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
1Jn 2:16  Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.
1Jn 2:17  Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

¿Cómo sabemos si amamos al mundo? Por lo que hacemos, si amamos las cosas que el mundo ama:
  •  El placer
  •  La ambición y el poder
  •  La arrogancia – La fama
Estás tres cosas caracterizan al pecado y el deseo del hombre natural, el hombre que vive bajo el control de su carne y de las influencias del Satanás. 

Satisfacer mis deseos de la carne, mis deleites, mis paciones no importa el precio, no importa a costa de. Solamente ocuparme de mí mismo y de lo que mi carne pide. El comportamiento de la naturaleza humana no se diferencia de la de un animal. El animal tiene deseo o necesidad y lo satisface. No piensa si está bien o mal, no importa si afecta o no su futuro o a los que están a su alrededor sólo se preocupa en satisfacer sus deseos. La única diferencia está en que el hombre tiene una excusa para todo comportamiento: mi familia, mi esposa, mi trabajo, me presionan, no me dan libertad, es único tiempo para mí, no afecta a nadie. Todo argumento es válido para negar mi pecado y hacer aceptable mi conducta.
El deseo de tener cosas, más y más, no sólo material sino también el corazón de otros, o el poder. La capacidad de dirigir, de imponer nuestra opinión sobre otros. La ambición de llegar a ser el mejor; la obstinación por conseguir siempre lo que quiero. Parecieran virtudes, pero son pecados, por falta de humildad, amor y contentamiento. Una persona que busca conseguir lo que se ha propuesto no le importa a quién afectará o cómo lo conseguirá, no importan los medios, si al final tengo lo que deseo.

La vanagloria de la vida, o la arrogancia de la fama. Entendamos bien el concepto: Vano, algo que no tiene trascendencia, que es efímero, que sólo aparenta por su forma y color pero no tiene consistencia; como una pompa de jabón. Gloria: lo que reviste a algo o alguien, el reconocimiento que se le da, la fama obtenida. En fin, una fama vana, que no es duradera ni tiene propósito. Sólo es algo que durará muy poco. La persona que vive el momento, el ser más que todos, que se pone por encima de los demás, es arrogante; cree que merece la atención y el respeto de todos y que el resto está para servirle.

Estás cosas ama el mundo, estas cosas son las que gobiernan el pensamiento de todo aquel que quiere amar el estilo de vida del mundo y ama al mundo. No importa si es un hijo de Dios o no, una persona que sólo se preocupa de satisfacer sus deseos carnales, obtener todo lo que ve y anhela, disfrutar de la fama y el poder sobre otros, es una persona que está muy de acuerdo con el pensamiento satánico de vivir para sí mismo y no para Dios.
Por eso dice Dios: ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?

continuará... 

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