sábado, 14 de abril de 2012

Negar es más fácil

Es increíble como las cosas malas son más fáciles de hacer que las buenas. Es más fácil odiar, guardar rencor, mentir, negar a enfrentar los hechos. Pareciera que siempre estamos dispuestos a hacer lo malo antes que lo bueno.

Y en realidad es una gran verdad en el hombre, nuestra naturaleza pecaminosa siempre nos lleva a hacer lo malo. Ya en el libro de Génesis Dios dice esto:

Génesis 6:5  Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal.

No debería extrañarte que las personas hagan lo malo, pues está impregnado en sus genes. Entre tantas cosas que hacemos por naturaleza, naturaleza caída por supuesto; está el de negar.

Negamos todo, negamos el asiento a alguien en el colectivo, negamos el paso a otra persona en una intersección, negamos como reacción inmediata ente la petición de algo o la confrontación de algo, muchas veces porque no queremos enfrentar lo que conlleva la verdad.
Por eso creo que es más fácil hacer lo malo, porque hacer lo bueno implica ser responsable y comprometerse con la verdad. Ser indiferente o negligente es tan fácil, sólo haces la vista gorda y listo.

Hace un tiempo atrás con mi hijo Ariel, plantamos una pequeña huerta, como proyecto de escuela. Pusimos varias semillas y fertilizante, regamos y esperamos ver los primeros brotos, luego de algunos días allí estaban, nos emocionamos. Unas semanas después nos parecía raro que todos los brotos eran iguales, a pesar de que habíamos plantado diferentes tipos de semillas. Unos días mas tarde a las pequeñas hojas redondeadas se les podían ver unos pequeños pelitos y nos dimos cuenta que eran ortigas. No podíamos distinguir al comienzo cuales eran las buenas plantas y las malas, lo peor, no podíamos quitar las ortigas porque todas estaban muy pequeñas y lastimaríamos hasta las buenas plantas y tuvimos que esperar a que estén más grandes para hacerlo. Hasta que al fin un día pudimos limpiar la huerta, pero las plantas buenas fueron pocas, muchas de ellas murieron porque las ortigas las sofocaron o quitaron los nutrientes del suelo. Esto me recuerda a la parábola de la cizaña y el trigo, pero es real.

Me preguntaba: ¿Cómo puede ser que no necesitamos trabajar para tener malas hierbas en el jardín, pero tener buenas plantas es tan difícil? Esto parece ser que tanto la naturaleza como nuestro mismo ser fueron afectados por el pecado del hombre.

Quizás al leer estos comiences a decir: “a mí no me pasa eso” y quizá te estés negando a reconocerlo. Pero si piensas bien, te vas a dar cuenta que la mayoría de nosotros estamos más dispuestos a negar algo, o negarnos a algo antes de aceptar que estamos equivocados o necesitamos ayuda. Evidentemente negar nos da cierta seguridad o tiempo para pensarlo mejor.

No necesariamente negamos porque estamos mintiendo o tratamos de ocultar algo, sino porque no queremos ceder o porque no estamos dispuestos a dejar que otros tengan un mejor lugar o posición que nosotros. No queremos ser incomodados, no queremos ser movidos de nuestro pensamiento o no queremos arriesgarnos a enfrentar nuevos retos.

De cualquier forma, por cualquier razón, definitivamente siempre es más fácil negar a decir la verdad, a enfrentar un cambio, a tomar la iniciativa, a arriesgarse a algo nuevo, a dejar la posición que tengo para probar otras opciones.

Si te estás negando a algo, evalúa bien si no te estás negando a la voluntad de Dios. Si estás negando algo, cuidado con estar incurriendo en mentiras o engaños por tapar un error o pecado. Si estás negando algo a alguien, piensa que quizá le estés privando de una gran bendición.

Dar libertad a otros también te libera a ti. Negar a veces te priva de disfrutar las bellezas de la verdad y la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario