jueves, 12 de abril de 2012

Cómo mostrar amor hacia los demás

Tanto, los temperamentos como los estilos de comunicación, no son una excusa a nuestro mal comportamiento o negligencia, no podemos escondernos detrás de ellos. El Señor nos ha dejado mandamientos claros en cuanto a cómo debemos comportarnos, mostrar amor y ser pacientes.

Veamos para terminar unos versículos y tomemos consejos de ellos:

 
Filipenses 2:3  Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo;

Romanos 12:3  Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.

Colosenses 3:19  Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.
20  Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor.
21  Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten.

1Tesalonisenses 5:14  También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos.
15  Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos.

Romanos 12:17  No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres.
18  Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. 

La vida del creyente debe ser marcada por buenas relaciones con los demás. Honrar a Dios en su forma de hablar y expresarse, no es nada fácil, nuestro orgullo muchas veces nos jugará en contra. Pero es nuestro deber y responsabilidad procurar por todos los medios ser de edificación y dar gracia a los que nos oyen.

Para lograr esto debemos dar unos pasos sencillos: reconocer nuestras fallas, pedir perdón a Dios y a los que hemos ofendido y rogar al Espíritu Santo de Dios que produzca en nosotros los frutos espirituales que Él desee, permitir a Dios hacer los cambios necesarios en nuestra vida y estar dispuestos a pagar el precio de un cambio.

Muchas veces no queremos cambiar nuestra forma de relacionarnos con los demás porque tememos que nos vean como débiles o se aprovechen de nosotros, pero es necesario hacer cambios si queremos encontrar un alivio a nuestras relaciones conflictivas. No todas las personas reaccionarán como nosotros esperamos, pero es nuestra responsabilidad tomar el primer paso, dar la otra mejilla y comenzar a caminar la segunda milla si queremos ser usados por Dios y transformar nuestro entorno.

No podemos culpar a otros, no podemos dejar esta responsabilidad en manos de otros, ni siquiera en Dios. Somos nosotros los llamados a amar y mostrar amor a todos. Somos nosotros los que podemos hacer una diferencia en nuestras familias desde hoy. No les demos este privilegio a extraños, seamos nosotros los que afectemos de tal manera la vida de nuestros hijos y conyugues para que ellos glorifiquen a Dios.

No deje de depender de Dios; nuestro enemigo, el diablo, estará buscando muchas formas para desanimarlo, estará provocando miles de situaciones donde se detonen las peleas, pero por Jesucristo podemos vencer. Antes de responder, antes de dar una palabra, pensemos si eso glorificará a Cristo y dará honra al que está delante suyo. Ellos verán a Cristo en su forma de actuar. No sólo hable de Jesús, viva cada día como Él.

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