sábado, 7 de noviembre de 2015

La calle de los olvidados


Todos hemos transitado por la calle de los olvidados. La peor de las sensaciones en la vida es sentir el olvido de los demás, es el miedo de los niños que esperan que los busquen a la salida del colegio, el miedo de la enamorada que ve el reloj y su novio no llega. El sentirse olvidado produce una sensación de abandono, desplazamiento y soledad. 

Lo más triste es que a veces se olvidan de los que más sirven o ayudan, y cuando no están se dan cuenta de que hay un vacío y comienza la búsqueda desesperada de bocanadas de aire, para ver quién puede suplir esa ausencia sin darse cuenta, a veces, qué o quién en realidad falta.

Gén 40:23  Y el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que le olvidó.

No te sientas mal, o mejor dicho,  recupérate pronto de la decepción si ves que se han olvidado de ti o de tu esfuerzo o trabajo, Dios no se olvida, es su promesa. Las personas caemos en esto de no saber reconocer la entrega de los demás y no nos percatamos del profundo dolor que causamos a los que nos sirven o ayudan. No estoy justificando este hecho, sino que no debería sorprenderte tanto; quizás tú mismo lo has hecho. 

Cuando sientas que te han olvidado, haz notar que tú sigues ahí, con buena actitud y disponibilidad para volver a retomar la relación. La apertura a dejar atrás cualquier diferencia habla mucho de tu carácter y madurez; lo cual, muchos de los que no valoran todo lo que has hecho no lo tienen; pero no se lo digas, sólo muéstrate abierto a recomenzar. 

Por otro lado no te olvides de aquellos que te sirven o ayudan, los que a pesar del tiempo siguen a tu lado, no creas que están allí porque no tienen nada más interesante que hacer en la vida, en realidad están ahí porque perseveran y te aman. No te olvides de ellos y no sufras si lo hicieron contigo; Dios no lo ha hecho y sabe cómo llenar tu vida. No te creas la mentira de que no vales nada, eres más de lo aún tú mismo puedes notar.

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