El descontento es más común de lo que te puedes imaginar.
Cada día en diferentes ámbitos nos encontramos haciendo reparos o quejándonos
de la situación, no nos gusta nuestro corte de cabello o estos gramos de más.
Usamos la típica frase: “estaba bien, pero pudo estar mejor”.
Realmente es difícil luchar con el descontento porque es
parte inherente del hombre. El descontento puede servir para algo, para no
conformarnos con lo actual y buscar nuevas fronteras o innovar en nuevos
emprendimientos. El descontento te impulsa a salir del molde. Pero también es
un problema, las personas que no encuentran nada bueno en lo que tienen o en
los que están a su alrededor reflejan no sólo una desaprobación de eso, sino
que demuestran que se sienten insatisfechos consigo mismo y con Dios. ¿Por qué
Dios?, porque es Él quien da todas las cosas y tiene un propósito en cada una
de ellas. Si no acepto lo que Dios me da, en cierto modo rechazo su plan para
mí, rechazo a Dios y Él sabe que es lo mejor para mí.
1Timoteo 6:6 Es cierto que con la verdadera religión se
obtienen grandes ganancias, pero sólo si uno está satisfecho con lo que tiene.
Dios puede traer muchas bendiciones a tu vida, en muchos
aspectos de ella; pero si no aprendes a contentarte con lo que tienes, de nada
servirá, te volverás un ingrato y menospreciarás las bendiciones de Dios.
A lo práctico:
1-
Mira lo que tienes y evalúa cómo sería tu vida
sin eso.
2-
Toma tiempo para agradecer a Dios por lo que
tienes, no importa cómo te sientas hoy con eso. El gesto de agradecimiento te
hará amar lo que Dios te dio.
3-
Piensa en razones de por qué Dios no te da ciertas cosas. Quizás te está
librando de algo.
4-
Usa lo que tienes, a pesar de que es lo mejor en
el mercado y tecnología, aprovecha las ventajas de lo que sí es. Úsalo.
Quita de tu vocabulario la queja, sólo te traerá
tristeza.
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