Influencia:
Una de las características más grandes
del liderazgo es la capacidad de influir en la vida de otras personas. Ya sea
por el llamado de Dios o por la posición que tenemos en la iglesia, podemos
influir a otros. Nos ven, nos escuchan, nos siguen; la forma de saber si eres
un líder o no, es ver si alguien te está siguiendo.
La influencia es la habilidad
de ejercer poder (en cualquiera de sus formas) sobre alguien, de parte de una
persona, un grupo o de un acontecimiento en particular.
Pero la influencia puede ser buena o
mala, positiva o negativa. Podemos encontrar personas que influyen muchísimo a
los demás, pero a veces para cosas pecaminosas, otras para cosas santas. En
cualquiera de los dos casos, la influencia se basa en un principio fundamental
del liderazgo: “la relación con los demás”.
Una persona influye por el contacto
con las personas. Puede ser que sus ideas o pensamientos guíen a otros por lo
que escuchan o leen. Pero la influencia más fuerte es de parte de aquellos que
comparten, se relacionan y crean lazos de amistad con los demás. Por esta
razón, a veces, tenemos pequeños grupos dentro de uno mayor, liderados por
caudillos que a veces van en contra del liderazgo principal. Ellos ganan por la
forma en que se relacionan con el grupo.
La pregunta es: ¿Cómo puedo usar esta
influencia de forma correcta?, ¿Cómo puedo desarrollar influencia en los
demás?, ¿la influencia que ejerzo es positiva?.
Vamos a ver algunos aspectos
importantes del liderazgo desde el ángulo de la influencia y las relaciones, su
importancia y efectos. Y cómo puede ayudar esto al pastoreo en la iglesia.
Aunque muchos dirán: “no se puede
pastorear sin tener contacto con las ovejas”, hoy en día la realidad de muchas
iglesias es la falta de relaciones significativas entre el liderazgo y los
feligreses. Las ocupaciones ministeriales, las agendas, los compromisos y la
necesidad de completar el programa hacen que muchos de los líderes no mantengan
un contacto con los hermanos que asisten a su iglesia. El grupo de amigos y
relaciones interpersonales se reduce al grupo de trabajo, otros obreros o
amigos cercanos, hermanos con mayores posibilidades de ofrendas y muchos los
otros hermanos pasan a ser, en una forma simple, parte de la nomina.
Pero la base de todo ministerio son
las relaciones. Conocer al hermano por nombre y apellido, de donde son, el
nombre de los miembros de sus familias, qué estudian, dónde estudian. El
domicilio o tener en su agenda su número telefónico.
Quizá pueda decir: “pero en una
iglesia con muchos miembros es difícil conocer a todos y por eso hay varios
ministros u obreros” y eso es comprensible, pero no podemos tener un liderazgo
efectivo si sólo nos enfocamos en un grupo íntimo de amigos y no en otros.
Quiero dar dos ejemplos de personajes
bíblicos, un padre y un hijo. Ambos fueron muy influyentes, ambos ganaron el
corazón de los que les seguían y ambos marcaron un rumbo en sus destinos
mostrando su temor a Dios. Uno para bien, otro para mal.
David:
una vez vencido el gigante Goliat, David ingresó al ejército de Israel, pronto
tuvo éxito y comenzó a ganar renombre. Los celos de Saúl hicieron que él huyera
por salvar su vida; Saúl cegado por la envida y el rencor buscó la forma de
matarlo una y otra vez. Así que David se escondió como prófugo, y dice la
Biblia:
1Sa
22:1
Yéndose luego David de allí, huyó a la cueva de Adulam; y cuando sus
hermanos y toda la casa de su padre lo supieron, vinieron allí a él.
2 Y se
juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos
los que se hallaban en amargura de espíritu, y fue hecho jefe de ellos; y tuvo
consigo como cuatrocientos hombres.
Es interesante la reacción de las
personas, por lo general uno pensaría que ser prófugo de la mano del rey y correr
peligro de muerte, sería la situación en la que menos quisiera estar. No
estaría cerca de una persona en esa condición, pero muchos se juntaron con
David. Lo conocían, veían en él un siervo de Dios, se identificaban con su
situación. Todos estaban afligidos, endeudados y con amargura de espíritu.
David se encontraba en un momento terrible pero había personas en peor
situación que venían para estar con él. Quizá pudieron escuchar alguno de sus
cantos, su devoción a Dios, pero querían estar con él.
¿Hay personas que quieren estar a su
lado? Esa una pregunta que debe hacerse sinceramente.
David supo guiar a su grupo al temor
de Dios, cuando tuvo la oportunidad de obrar según sus fuerzas refrenó a sus
seguidores de matar a Saúl, sino a esperar en que Dios cumpla su promesa en su
tiempo:
1Sa
24:3 Y
cuando llegó a un redil de ovejas en el camino, donde había una cueva, entró
Saúl en ella para cubrir sus pies; y David y sus hombres estaban sentados en
los rincones de la cueva.
4 Entonces los hombres de David le dijeron: He
aquí el día de que te dijo Jehová: He aquí que entrego a tu enemigo en tu mano,
y harás con él como te pareciere. Y se levantó David, y calladamente cortó la
orilla del manto de Saúl.
5 Después de esto se turbó el corazón de David,
porque había cortado la orilla del manto de Saúl.
6 Y dijo a sus hombres: Jehová me guarde de
hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano
contra él; porque es el ungido de Jehová.
7 Así
reprimió David a sus hombres con palabras, y no les permitió que se levantasen
contra Saúl. Y Saúl, saliendo de la cueva, siguió su camino.
El otro ejemplo es el hijo de David, Absalón:
Absalón vengó la violación de su
hermana, mató a su medio hermano. Esperaba justicia de parte del rey, pero al
no conseguirla, tomó el asunto con sus propias manos. Luego de mucho tiempo vio
que su padre sólo se preocupaba de los asuntos de gobierno y no de él y comenzó
a llamar su atención, hasta que por fin pudo verlo nuevamente. En ese encuentro
tan esperado, sólo tuvo un beso de David y vivó cerca de él pero sin su
atención. La pasividad de David hizo que el rencor en su corazón creciera y
decidió ir en contra de su padre.
2Sa
15:1
Aconteció después de esto, que Absalón se hizo de carros y caballos, y cincuenta
hombres que corriesen delante de él.
2 Y se levantaba Absalón de mañana, y se ponía
a un lado del camino junto a la puerta; y a cualquiera que tenía pleito y venía
al rey a juicio, Absalón le llamaba y le decía: ¿De qué ciudad eres? Y él
respondía: Tu siervo es de una de las tribus de Israel.
3 Entonces Absalón le decía: Mira, tus palabras
son buenas y justas; mas no tienes quien te oiga de parte del rey.
4 Y decía Absalón: ¡Quién me pusiera por juez
en la tierra, para que viniesen a mí todos los que tienen pleito o negocio, que
yo les haría justicia!
5 Y acontecía que cuando alguno se acercaba
para inclinarse a él, él extendía la mano y lo tomaba, y lo besaba.
6 De
esta manera hacía con todos los israelitas que venían al rey a juicio; y así
robaba Absalón el corazón de los de Israel.
Unas de las personas más influyentes
de Israel fue Absalón, su carisma, su belleza lo hacían popular. Luego de
tantos errores y de tener un padre ausente a sus problemas, a sus quejas; él se
subleva contra su padre, el rey, y comienza a usar su influencia para ganar el
corazón del pueblo y lograr sus objetivos. Habló con cada uno, puso interés en
sus problemas y los abrazó y besó, rompió el protocolo de la posición y se
relacionó con cada uno. Guio al pueblo a ir en contra de la voluntad de Dios,
que no tuviesen temor de Él.
“La influencia es una fuerza poderosa
en las manos de cualquiera, el punto es cómo usamos este poder.”
El llamado de Jesús no fue a ser
pescadores de hombres, sino a estar con Él.
Mat
4:18
Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón,
llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran
pescadores.
19 Y les dijo: Venid en
pos de mí, y os haré pescadores de hombres.
20 Ellos entonces, dejando al instante las
redes, le siguieron.
La consecuencia de estar con Jesús los
iba ha convertir en pescadores, pero el llamado fue a seguirle.
El liderazgo efectivo, es uno
influyente. Cumplir el programa, marcar tarjeta y dar un buen sermón, sólo te
convierte en un funcionario no en un pastor. Si dedicamos tiempo a conocer a
los hermanos, sus necesidades y potenciales, podremos guiarles al temor de
Dios, podríamos ver los frutos que Dios produce en ellos y disfrutaríamos de su
compañía en el servicio.
Debes ser el pastor de Salmo 23, ya
que Dios es nuestro mayor ejemplo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario