jueves, 8 de marzo de 2012

Liderazgo, más que dirigir o predicar - 1


Influencia:
Una de las características más grandes del liderazgo es la capacidad de influir en la vida de otras personas. Ya sea por el llamado de Dios o por la posición que tenemos en la iglesia, podemos influir a otros. Nos ven, nos escuchan, nos siguen; la forma de saber si eres un líder o no, es ver si alguien te está siguiendo.
La influencia es la habilidad de ejercer poder (en cualquiera de sus formas) sobre alguien, de parte de una persona, un grupo o de un acontecimiento en particular.
Pero la influencia puede ser buena o mala, positiva o negativa. Podemos encontrar personas que influyen muchísimo a los demás, pero a veces para cosas pecaminosas, otras para cosas santas. En cualquiera de los dos casos, la influencia se basa en un principio fundamental del liderazgo: “la relación con los demás”.
Una persona influye por el contacto con las personas. Puede ser que sus ideas o pensamientos guíen a otros por lo que escuchan o leen. Pero la influencia más fuerte es de parte de aquellos que comparten, se relacionan y crean lazos de amistad con los demás. Por esta razón, a veces, tenemos pequeños grupos dentro de uno mayor, liderados por caudillos que a veces van en contra del liderazgo principal. Ellos ganan por la forma en que se relacionan con el grupo.
La pregunta es: ¿Cómo puedo usar esta influencia de forma correcta?, ¿Cómo puedo desarrollar influencia en los demás?, ¿la influencia que ejerzo es positiva?.
Vamos a ver algunos aspectos importantes del liderazgo desde el ángulo de la influencia y las relaciones, su importancia y efectos. Y cómo puede ayudar esto al pastoreo en la iglesia.
Aunque muchos dirán: “no se puede pastorear sin tener contacto con las ovejas”, hoy en día la realidad de muchas iglesias es la falta de relaciones significativas entre el liderazgo y los feligreses. Las ocupaciones ministeriales, las agendas, los compromisos y la necesidad de completar el programa hacen que muchos de los líderes no mantengan un contacto con los hermanos que asisten a su iglesia. El grupo de amigos y relaciones interpersonales se reduce al grupo de trabajo, otros obreros o amigos cercanos, hermanos con mayores posibilidades de ofrendas y muchos los otros hermanos pasan a ser, en una forma simple, parte de la nomina.
Pero la base de todo ministerio son las relaciones. Conocer al hermano por nombre y apellido, de donde son, el nombre de los miembros de sus familias, qué estudian, dónde estudian. El domicilio o tener en su agenda su número telefónico.
Quizá pueda decir: “pero en una iglesia con muchos miembros es difícil conocer a todos y por eso hay varios ministros u obreros” y eso es comprensible, pero no podemos tener un liderazgo efectivo si sólo nos enfocamos en un grupo íntimo de amigos y no en otros.
Quiero dar dos ejemplos de personajes bíblicos, un padre y un hijo. Ambos fueron muy influyentes, ambos ganaron el corazón de los que les seguían y ambos marcaron un rumbo en sus destinos mostrando su temor a Dios. Uno para bien, otro para mal.
David: una vez vencido el gigante Goliat, David ingresó al ejército de Israel, pronto tuvo éxito y comenzó a ganar renombre. Los celos de Saúl hicieron que él huyera por salvar su vida; Saúl cegado por la envida y el rencor buscó la forma de matarlo una y otra vez. Así que David se escondió como prófugo, y dice la Biblia:
1Sa 22:1  Yéndose luego David de allí, huyó a la cueva de Adulam; y cuando sus hermanos y toda la casa de su padre lo supieron, vinieron allí a él.
2  Y se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu, y fue hecho jefe de ellos; y tuvo consigo como cuatrocientos hombres.
Es interesante la reacción de las personas, por lo general uno pensaría que ser prófugo de la mano del rey y correr peligro de muerte, sería la situación en la que menos quisiera estar. No estaría cerca de una persona en esa condición, pero muchos se juntaron con David. Lo conocían, veían en él un siervo de Dios, se identificaban con su situación. Todos estaban afligidos, endeudados y con amargura de espíritu. David se encontraba en un momento terrible pero había personas en peor situación que venían para estar con él. Quizá pudieron escuchar alguno de sus cantos, su devoción a Dios, pero querían estar con él.
¿Hay personas que quieren estar a su lado? Esa una pregunta que debe hacerse sinceramente.
David supo guiar a su grupo al temor de Dios, cuando tuvo la oportunidad de obrar según sus fuerzas refrenó a sus seguidores de matar a Saúl, sino a esperar en que Dios cumpla su promesa en su tiempo:
1Sa 24:3  Y cuando llegó a un redil de ovejas en el camino, donde había una cueva, entró Saúl en ella para cubrir sus pies; y David y sus hombres estaban sentados en los rincones de la cueva.
4  Entonces los hombres de David le dijeron: He aquí el día de que te dijo Jehová: He aquí que entrego a tu enemigo en tu mano, y harás con él como te pareciere. Y se levantó David, y calladamente cortó la orilla del manto de Saúl.
5  Después de esto se turbó el corazón de David, porque había cortado la orilla del manto de Saúl.
6  Y dijo a sus hombres: Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano contra él; porque es el ungido de Jehová.
7  Así reprimió David a sus hombres con palabras, y no les permitió que se levantasen contra Saúl. Y Saúl, saliendo de la cueva, siguió su camino.
El otro ejemplo es el hijo de David, Absalón:
Absalón vengó la violación de su hermana, mató a su medio hermano. Esperaba justicia de parte del rey, pero al no conseguirla, tomó el asunto con sus propias manos. Luego de mucho tiempo vio que su padre sólo se preocupaba de los asuntos de gobierno y no de él y comenzó a llamar su atención, hasta que por fin pudo verlo nuevamente. En ese encuentro tan esperado, sólo tuvo un beso de David y vivó cerca de él pero sin su atención. La pasividad de David hizo que el rencor en su corazón creciera y decidió ir en contra de su padre.
2Sa 15:1  Aconteció después de esto, que Absalón se hizo de carros y caballos, y cincuenta hombres que corriesen delante de él.
2  Y se levantaba Absalón de mañana, y se ponía a un lado del camino junto a la puerta; y a cualquiera que tenía pleito y venía al rey a juicio, Absalón le llamaba y le decía: ¿De qué ciudad eres? Y él respondía: Tu siervo es de una de las tribus de Israel.
3  Entonces Absalón le decía: Mira, tus palabras son buenas y justas; mas no tienes quien te oiga de parte del rey.
4  Y decía Absalón: ¡Quién me pusiera por juez en la tierra, para que viniesen a mí todos los que tienen pleito o negocio, que yo les haría justicia!
5  Y acontecía que cuando alguno se acercaba para inclinarse a él, él extendía la mano y lo tomaba, y lo besaba.
6  De esta manera hacía con todos los israelitas que venían al rey a juicio; y así robaba Absalón el corazón de los de Israel. 
Unas de las personas más influyentes de Israel fue Absalón, su carisma, su belleza lo hacían popular. Luego de tantos errores y de tener un padre ausente a sus problemas, a sus quejas; él se subleva contra su padre, el rey, y comienza a usar su influencia para ganar el corazón del pueblo y lograr sus objetivos. Habló con cada uno, puso interés en sus problemas y los abrazó y besó, rompió el protocolo de la posición y se relacionó con cada uno. Guio al pueblo a ir en contra de la voluntad de Dios, que no tuviesen temor de Él.
“La influencia es una fuerza poderosa en las manos de cualquiera, el punto es cómo usamos este poder.”
Balaam no pudo maldecir al pueblo de Israel, pero enseñó a pecar para que Dios los castigue.
El llamado de Jesús no fue a ser pescadores de hombres, sino a estar con Él.
Mat 4:18  Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores.
19  Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres.
20  Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron.

La consecuencia de estar con Jesús los iba ha convertir en pescadores, pero el llamado fue a seguirle.
El liderazgo efectivo, es uno influyente. Cumplir el programa, marcar tarjeta y dar un buen sermón, sólo te convierte en un funcionario no en un pastor. Si dedicamos tiempo a conocer a los hermanos, sus necesidades y potenciales, podremos guiarles al temor de Dios, podríamos ver los frutos que Dios produce en ellos y disfrutaríamos de su compañía en el servicio.
Debes ser el pastor de Salmo 23, ya que Dios es nuestro mayor ejemplo.

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