miércoles, 1 de febrero de 2012

Lo mejor que puedes hacer

Estos días he pasado muy atareado, tanto con trabajo del ministerio como con compromisos de familia. Pareciera que los días no tuvieran sentido, te despiertas y en pocos momentos tienes que dormir. Llegas a media noche cansado y te das cuenta que no hiciste casi nada. Hasta llega a ser frustrante, nuestras limitaciones pueden ser muchas y de diferentes tipos, que al momento de ver el final del día no has hecho nada.

No es algo nuevo, lo he vivido muchas veces, me lo han dicho más; y aunque uno a veces se olvida de las recomendaciones, al pasar por estos momentos he encontrado respuesta en una acción muy simple y personal.

He visitado a varias personas enfermas, he hablado con otras por teléfono, tengo muchas tareas por cumplir, desafíos en el ministerio, necesidades que cubrir, el automóvil se me dañó. Familiares de amigos que ya están por morir y no han escuchado el evangelio aun. Ante estas situaciones uno tiene dos opciones: “o te sientas a mirar el “chismesbook” y dejas pasar la vida porque no puedes hacer nada o reconoces que no puedes hacer nada y le pides a Dios que comience a obrar”.


Orar, sí orar. Quizá digas: “otro estudio de la oración, ¡uff!” pero no quiero darte un estudio sino algo en lo que puedas pensar, porque yo estuve pensando en esto estos días. No he podido dedicar tiempo a escribir o estudiar mucho porque el tiempo se me hacía corto. Muchos de mis amigos pasando por problemas de salud y otros que están tristes. ¿Qué posibilidades tengo de ayudarlos?, ninguna verdad, mira mis capacidades, mira las tuya. No hay nada que podamos hacer para cambiar la situación de ellos, pero sí podemos orar.

A veces es como un consuelo, el hecho de pensar en que oro y por lo menos hago algo, otros dicen: “bueno quizá algo haga si oro”, otros: “orar no cambia las cosas si Dios tiene sus planes”. Pero Dios quiere que oremos, Dios quiere que llevemos ante Él nuestras peticiones, porque está dispuesto a escucharnos y darnos una respuesta. Cuando vemos que nuestro amigo salió bien del quirófano, cuando vemos que se consiguió el dinero que se necesitaba, cuando aprobaste el examen que te tenía sin dormir. No se debe todo al esfuerzo humano, que en gran medida debe intervenir, se debe también a la guía de Dios, el poder de Dios obrando en otros para responder mi oración.

No tomes a la oración como algo que lo debes hacer porque no tienes otra solución, ni como algo que por las dudas funcione. La oración es más que eso, es la forma en que te comunicas con Dios, es entrar ante su trono y contarle lo que te está pasando. Eso se llama: “comunión”. Cuando oras de verdad, muestras confianza en Dios, fe, dependencia, paciencia, esperanza. Pero cuando no buscas a Dios en oración es porque crees que en algún otro lugar vas a encontrar la salida para tus problemas, lo cual es medio tonto, porque teniendo a tu disposición al Creador de todas las cosas dispuesto a ayudarte, vas a buscar en otro lado la solución. Piénsalo, dime si es razonable.

Tal me digas: y ¿el versículo?, bueno ahí va:

Nehemías 1:4  Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos.

Nehemías al escuchar de la situación en Jerusalén, hizo todo lo humano y lo sobrehumano que nosotros podemos hacer. Lo humano: se sentó, lloró, hizo duelo. Lo sobrehumano: ayunó y oró. Las cosas que pasaron después no fueron producto de sus llantos y desesperación, el rey no lo vio triste y tuvo lástima de él. Sino que fue el resultado de sus oraciones, por el obrar de Dios.

Nehemías 1:11  Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la oración de tu siervo, y a la oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre; concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón. Porque yo servía de copero al rey.

La oración es contagiosa, si tú oras constantemente vas a motivar a otros a orar. Cuando otros te ven orar, también sentirán el deseo de orar. La oración no es simplemente un ejercicio de una viejita en la iglesia, sino de alguien que desea estar en la presencia de Dios porque sabe que no puede hacer nada, y Dios sí.

Tienes que hacer algo en cuanto a tus problemas, proyectos y desafíos. O te quedas sentado frente al computador, o haces como Nehemías, comienzas a orar. Yo, lo siento te dejo, tengo que ir a orar ahora.

1 comentario:

  1. soy oscar mauricio quezada vargas
    tienes razón, en la oración esta la respuesta a lo que necesitamos, un descanso refrescante a los problemas.
    Dios te bendiga

    ResponderEliminar