Estoy a pocos minutos de haber despegado de Quito,
Ecuador. Había llovido en la tarde y aun había nubarrones sobre la ciudad. Al despegar,
en cuestión de segundo estábamos sobre estas nubes, y pude ver uno de los
paisajes más hermosos que he visto. Entre las nubes blanquecinas por la luz de
la luna sobre ellas, se podía ver las luces de la ciudad; miles de pequeños
foquitos multicolores. Pude distinguir la avenida donde vivo, pensé en mi
esposa e hijos, en lo mucho que los amo y pareciera que las nubes obscuras no
tenían que ver conmigo aquí arriba. Seguimos volando y solo veo nubes blancas
por la luz de la luna y una estrella que parece seguirnos.
Cuando considero mi vida espiritual es igual, muchas
veces todo parece ir en contra hasta que despegas, todo parece que te tira en
contra hasta que estás sobre las nubes negras. Desde allí puedes ver todo más
claro, y es hasta increíble el paisaje que ves. Los problemas a veces hacen que
nuestra visión sea muy corta, solo vemos lo que tenemos delante y no desde la
perspectiva de Dios, desde donde él está todo se ve mejor, se ve completo el
panorama, hasta los puntos obscuros se ven como parte del todo de lo que está
haciendo, porque esa es la realidad, los puntos negros en nuestra vida, los
momentos obscuros son oportunidades de aprender cosas, de crecer, de conocer a
Dios. Y por más que hayamos pasado por momentos difíciles podemos ver la mano
de Dios y nos da gran confianza porque sabemos que Él está a nuestro lado.
A ratos vemos su luz iluminando eso que nos
atemorizaba y vemos lo que pasa más abajo, lo que Él hace y decimos: “¡Wow! ¡Qué
hermoso!”.
Este viaje es muy especial para mí. Hace unas semanas
atrás supe que mi hermano tenía un problema en el riñón y debían extirparle uno
de ellos, por un tumor. Pero al hacer la cirugía vieron que tenía metástasis,
cáncer tomando otros órganos. Le dieron 6 meses de vida; al siguiente día de la
cirugía tuvo más complicaciones y pocos días más otra vez tuvieron que
ayudarlos por problemas intestinales. Todo parecía negativo y con un fin
determinado y triste. Por medio de redes sociales y amigos, hicimos cadenas de
oraciones y muchos, en varios países, estaban orando por él. Yo compré un
pasaje aéreo para ir a verlo, me estaba endeudando para poder cubrir los gastos
y solo veía las nubes grises y cada vez más obscuras y densas sobre mí. Un día
un amigo, me dijo: “te quiero ayudar”, y me ofrendó el dinero suficiente para
cubrir todos los gastos de transporte del viaje; después otros hermanos me
ofrendaron para otros gastos e inclusive para llevar algo a mi hermano para
cubrir gastos médicos. Dios estaba obrando, Dios se estaba ocupando de cada
detalle. Yo sólo debía confiar.
Un viernes en la noche, una sobrina me dijo: “los
médicos hicieron una tomografía y análisis y no encontraron rastros de cáncer
en el tio”… ¡Wow! No lo podíamos creer, llamé a varios amigos para confirmar el
dato y a mis otros hermanos en Argentina, que me pudieran dar un diagnóstico
oficial y verdaderamente esa era la respuesta médica: “no encontramos rastros
de cáncer”.
Le hicieron una biopsia para corroborar estos
resultados y días más tarde le dieron de alta, la biopsia dio un resultado
favorable y hoy Feliciano está en su casa con su esposa e hija. Todo se ve
hermoso desde aquí, hoy estoy volando con alegría de ir a ver a mi hermano,
sanado por la mano de Dios. Las nubes negras ahora se ven hermosas por la luz
que Dios le da. Quizás tú sabes a qué me refiero, porque fuiste parte de estas
oraciones y cadenas de oración. Pude conocer más a Dios, pude ver su fidelidad
en todo, su amor hacia mí proveyendo todo lo que necesitaba, hasta en los más
mínimos detalles; te podría contar de cosas hermosas que me pasaron, como un
par de zapatos deportivos que necesitaba y un día antes de viajar un amigo me
regaló unos zapatos hermosos, sí otra vez ¡Wow!, pero así es Dios. Algo que
nadie supo, excepto mi esposa Esther, es que en todas estás semanas, Dios se
tomaba la molestia de pasar por mi cuarto y despertarme a las 5:30 cada día. Lo
primero que hice cuando me desperté el primer día fue orar, porque sabía que
Dios quería que haga eso. No era la ansiedad ni la preocupación, sabía
perfectamente que el Señor quería que orará, no sólo por la salud de mi
hermano, sino por la vida de mis sobrinos y familiares. Dilo, otra vez: “¡Wow!”
y no estamos ladrando, no estamos exagerando; estoy exaltando la grandeza de
Dios, porque si Él abrió un mar por su pueblo, ¡cuánto más hará por sus hijos!.
Dios es Fiel, no lo dudes, no te niegues a creer y orar, a pedirle que obre en
tu favor, porque estas nubes negras sobre ti, son parte de lo que Él usará para
que puedas apreciar mejor su gloria. Un diamante no tiene esplendor si no se lo
contrasta con un paño negro. ¿Cómo conocerás el poder de Dios sino te ves en
aprietos?.
Si tienes fe, ponlo en ejercicio, ejercítate en orar
no dudando nada, sin hacer nada, para que Dios se haga cargo de todo. La fe que
mueve montañas va acompañada de ampollas en las rodillas, de manos sudorosas
por clamar y clamar al Dios Todopoderoso. Hoy toma más que nunca fuerza este
versículo:
Isaías 48:17 Así ha dicho Jehová, Redentor tuyo, el Santo
de Israel: Yo soy Jehová Dios tuyo, que te enseña provechosamente, que te
encamina por el camino que debes seguir.
¿Qué camino debo seguir?, bueno no sé el tuyo, pero
Dios me enseñó el mio, debo hacer lo que Él quiere que yo haga, debo glorificar
su nombre. Quizás tú debas confiar más, aprender a orar y depender, y no orar y
preocuparte. En fin no sé cual camino debes seguir. Hoy estoy viajando viendo
lo hermoso de este paisaje que Dios me permite ver y no me refiero al cielo
cubierto de nubes debajo de mí, sino al que Dios estuvo pintando todos estos
días, del cuál quizás tú seas parte, porque me acompañaste en las oraciones. Y
te lo agradezco.
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