Quiero comenzar haciendo una pregunta: ¿te cansaste alguna
vez de perseguir un sueño?, vamos, seamos sinceros; a todos nos ha pasado que
nos vemos a mitad del camino, en medio de la nada preguntándonos ¿cómo diablos
llegamos a este punto?.
Probablemente al igual que yo, sentiste alguna vez que lo
que comenzaste como la carrera de tu vida para alcanzar ese sueño se fue
desvaneciendo y quizás ni siquiera por tu culpa sino porque otros, los que eran
parte de ese sueño o esperanza, decidieron cambiar de rumbo y ahora te ves con
las manos en las rodillas, inclinado hacia el frente y preguntándote: “¿Qué hago
ahora?”. Si te sirve de consuelo, creo que no hay una respuesta para eso. Sí,
no la hay, porque eres tú el que tiene que ingeniarse cómo seguir o hacia a
dónde ir. No dejes que otros tomen la decisión por ti, es tu sueño, tu carrera,
tus decisiones.
Quizás sientas la tentación de dejar todo a un lado y
volver, quizás decidas sentarte al costado del camino y no moverte más, o tal vez
decidas que es momento de continuar una milla más. Soy del tipo de personas que
siempre pienso que rendirse no es una opción en la vida, que posiblemente eso
que sueñas está un peldaño más arriba nada más, a unos pocos pasos de ti, y si
decides dejar todo porque simplemente no entiendes lo que pasa en este momento;
puedes perderlo todo.
Quiero animarte a que no dejes de correr, no te rindas así
porque sí. Si no quieres o no sabes a dónde avanzar, sólo detente un momento,
toma un respiro, siéntate en el borde del asfalto; puedes mirar el paisaje si
deseas, y continúa. Los que triunfan en la vida no siempre son las mentes más
brillantes, sino las cabezas más duras, aquellos que persisten cuando todos se
rindieron. Estírate a un poco más, esfuérzate para que todo esto valga la pena.
Dios te dará las fuerzas.
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