Es raro hoy en día escuchar a personas invitarte a hacer cosas santas, pareciera que esa invitación a las iglesias o los estudios bíblicos han perdido efectividad. La mayoría de las personas tratan de disfrazar estas reuniones como encuentros con amigos, la gente no ve como una razón de ir a una reunión de la iglesia el encontrarse con Dios sino con un grupo de amigos donde se habla algo de Dios.
Creo que esta manera de actuar entre los cristianos de
hoy nos ha hecho perder mucho territorio en el mundo como luminares de Cristo. Ya
no somos un faro en la obscuridad sino una habitación con un tono tenue de luz.
Donde algunos, si prestan mucha atención, se darán cuenta que no decimos malas
palabras o no actuamos como el resto. Pero no hacemos la gran diferencia, hay
muchos grupos sociales y religiosos que quizá tienen mejor comportamiento que
los creyentes de hoy.
Pero, ¿Cuántos te invitan hoy a ser santo?, la verdad
es que pocos te invitan a caminar junto a Dios, dejando tu estilo de vida y
costumbres mundanas; confrontándote con la necesidad de vivir de un modo
diferente, de ser un claro reflejo de Cristo. Pocos son los que te dicen que
esa música que escuchas, las películas que ves o las revistas que lees son
malas, que no te edifican; quizás por miedo a que lo rechacen, por miedo a
perder tu amistad o por dudas a si tomar una postura así, es correcta. La cuestión
es que si algo va en contra de los principios de Dios, no sirve en tu vida, no
te ayuda a crecer. Y no me vengas con la frase trillada de que eres maduro y
que esas cosas no te afectan, porque a la larga siempre afectan y si no puedes
o quieres dejarlas es porque realmente te tienen atrapado.
La invitación en el libro de Isaías es:
Isaías 2:5 Venid, oh casa de Jacob, y caminaremos a la
luz de Jehová.
Quizá nadie te ha dicho algo así, quizá nadie te
invitó a vivir para Dios, bueno; yo quiero hacerlo. Quiero invitarte a caminar
bajo la luz de Dios, según sus principios y verdad, no bajo el costumbrismo de
cristianos sino bajo la luz de Dios. Te animo a que desafíes a otros a hacerlo,
que te juntes con alguien como compañero de camino, que leas junto a él la
Biblia, que ores, que sirvas en tu iglesia y que puedan conocer cada día más a
Dios.
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